Esas palabras las pronunciaba este pasado sábado, 28 de octubre, Joseba Legarza al final de la celebración eucarística en el acto de reconocimiento a él y a Antonio Madinabeitia, que tuvo lugar en Urkiola. Joseba también dio las gracias en nombre de ambos a quienes les han acompañado en el camino -47 años en Urkiola en el caso de Joseba-. Galería de imágenes de la jornada. Aquí
Familiares, compañeros y amistades de Joseba y Antonio, llenaron el santuario. La Eucaristía estuvo presidida por el Obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta, acompañado por el Obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde y por Joseba y Antonio.
El obispo, en su homilía, les agradeció su dedicación y su dilatado testimonio de fidelidad y entrega “inauguráis hoy –les dijo- un nuevo capítulo de vuestras vidas. Estoy seguro que seguiréis siendo testimonio vivo de Dios. Urkiola no se cierra –añadió el obispo-, está llamado a florecer. Termina una etapa, pero se abre otra”.
Mons. Iceta resalto que llegar a Urkiola –más allá de la gran belleza del entorno- “es llegar a un hogar. En la Abadetxea siempre sabes que te esperan personas de Dios. En esta casa siempre te encuentra acogida y testimonio de afecto y entrega entrañable”.
Al finalizar la Eucaristía y tras la comida en Lagunetxe fueron muchas las personas que quisieron testimoniar su agradecimiento. Todos ellos destacaban la calidad humana de los homenajeados. También la sobrina de On. Bittor Garaigordobil, leyó un emotivo texto. Hubo numerosas muestras de cariño, muchos abrazos, muchos recuerdos, muchos mensajes…, pero no podemos hacernos eco de todos ellos, publicamos uno, en representación del resto. El del misionero Josetxu Canibe:
Una de las manifestaciones de la amistad es compartir una serie de experiencias con la persona amiga. Con razón dice la canción “Cuando un amigo se va algo se pierde en el alma”, Aquella frase, aquella anécdota, aquella tarea como mejor la puedo revivir es con el amigo que me ha acompañado. Con alguien extraño o menos amigo, la experiencia o incide en la misma forma. Joseba recordará con simpatía la asistencia a un cursillo que se desarrolló en Quito en los meses de julio y agosto de 1964. Un cursillo de altura por los temas y por los expertos que intervinieron. Durante esta estancia se hicieron famosos los helados de la Avelina. También conservamos en la memoria dos comidas en el Inca, debido a los comentarios de un compañero sobre las impresiones del grupo vasco que le había contado otro compañero. lo recuerdas, no?
De Madina, mi imaginación vuela a Lezama, pueblo donde a donde había sido destinado Antonio como párroco. Organizó unas misiones populares en la cuaresma de 1963 a las cuales me invitó. No me olvido de las horas que pasó Antonio ante el Sagrario. Supongo que suplicaba para que “el de arriba” echara una mano al predicador de la semana de misiones. Mantengo frescas las imágenes de unos ejercicios espirituales que hice en Urkiola con los entonces seminaristas en la etapa pastoral: Txomin Perales, Juanjo Elezkano, Kepa Reka y otros. Las tertulias de la noche eran singulares, Intervenía por supuesto el equipo de Urkiola.
Resumiría mi pensamiento comparando Urkiola con el monte Tabor. En ese marco excepcional por las estampas paisajísticas, el trabajo, el espíritu misionero de aquí y de allá, han recibido empuje y ánimo. Joseba, Antonio y los demás compañeros han sabido ejercer de puente, de unir edades, mentalidades y superar la frontera ente el mundo clerical-religioso con el laical. En su trabajo se han distinguido más por su hacer que por su hablar. Les aplicaría el adjetivo circunspectos en su sentido etimológico. El que mira a su alrededor, pues han sabido conectar con los distintos ambientes en los que se han movido: Los Ríos y el País Vasco. Su quehacer ha sido metódico, constante y cargado de sentimiento. El mantener contactos con quienes han celebrado en Urkiola distintos sacramentos y diferentes acontecimientos familiares, como las felicitaciones navideñas está ahí. Pertenece al adn de ambos la disponibilidad para todo y su espiritualidad. Siempre que alguien ha necesitado que se le eche una mano, allá han estado ellos. lo mismo para recoger basura en el monte que para escribir un texto, un artículo para una revista o un libro amplio como los que ha escrito Joseba. No puedo menos que citar la habilidad de Joseba para hacer preguntas oportunas y con guasa en las tertulias de sobremesa y en otros momentos.
La pena es que no se vislumbran sucesores vuestros. Habéis mantenido el combate y conservado la fe. Cosa que, en estos tiempos es mucho. Sin embargo, no tenemos por qué caer en el pesimismo. Las experiencias o iniciativas no exigen eternidad. Lo importante es que respondan a los fines para los que fueron creadas.
Ciertamente vivimos en un mundo, en una sociedad, si no convulsa, si turbulenta sobre la cual se pueden escribir títulos como “el huracán político que está cambiando el mundo”, en la que parece que para transformar algo se precisan poderosas fueras.
Pero esto no niega ni oculta el valor de la gente sencilla.
Eskerrik asko Joseba y Antonio.
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