Conchita Amez es una Aliada de Jesús por María que estuvo dentro del Grupo Misionero Vasco en Ecuador por largos años, con estancia principal en Ventanas (Los Ríos). En el siguiente artículo, que por su interés reproducimos y que ha sido publicado en la revista de Cáritas a nivel estatal, Conchita escribe sobre su experiencia de trabajo en una casa de acogida en León.
Es el testimonio de una persona que trabajó con Misiones durante muchos años y que ahora sigue colaborando en otra área, desde su sensibilidad de ayuda a las personas necesitadas. El pdf con el reportaje completo se puede leer aquí: Articulo casa de acogida
CASA DE ACOGIDA DE MUJERES EN SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD SOCIAL
Soy voluntaria de la casa de acogida desde hace seis años, a raíz de mi jubilación como enfermera me plantee seguir haciendo algo con las personas más vulnerables de nuestra sociedad.
Me acerqué por varias instituciones donde podría ser útil y me quede con Cáritas, donde mi perfil se ajustaba mejor. Se me ofreció esta casa de acogida, con la que estoy muy satisfecha de poder ser este granito de arena. Desde el principio mi servicio era pasar por la casa todos los días a cualquier hora, hablar con ellas de sus logros y dificultades y ser un intermedio entre los usuarios de la casa, restos de voluntarias y el técnico de Cáritas. La comunicación con el técnico era constante para ponerle al día, de lo sucedido, sobre todo, cuando hay problemas.
En este año la dirección ha querido que me haga responsable más directamente de la casa; aunque hago lo mismo, tomo más responsabilidades con algunos asuntos.
El perfil de los usuarios: es muy diverso debido a sus culturas, religión, situación personal; económica, malos tratos, con hijos a cargo o no. Son personas sufrientes con muchas cicatrices de la vida y encuentran en Cáritas un alivio. No obstante la convivencia entre ellas, a veces tiene sus dificultades, que tratamos de paliarlas como podemos. Es aquí donde la presencia diaria de los voluntarios tiene su quehacer, donde no podemos llegar, están los profesionales de Cáritas que les da la atención correspondiente.
El funcionamiento de esta casa, está sometido a un reglamento por la Dirección, conocido por usuarios y voluntarios, que nos permite trabajar cómodos y coordinados. Los voluntarios en este momento somos ocho: Cada una tiene un cometido, la compra semanal de la comida y hacer el menú de la semana, de enseñarles a cocinar, distribuir las tareas de la casa, hacer alguna actividad lúdica al mes. De lunes a viernes están cubiertas las noches para ir a dormir a la casa. Las averías, arreglos y otros menesteres, junto con la coordinación de los voluntarios, como reuniones y encuentros, me encargo yo con la ayuda del técnico.
Todos los voluntarios somos mujeres, la mayoría jubiladas, de profesiones diversas: amas de casa, profesoras, médico, enfermera, administrativo; cuatro casadas, una viuda y tres consagradas. Somos un grupo muy plural, empeñadas en esta tarea de hacer la vida más alegre y feliz compartiendo sus vidas.
Es de destacar, la labor que se hace de escucha, de compartir sus problemas, dificultades y también de sus alegrías…tienen necesidad de hablar y de que alguien les escuche.
Tenemos un grupo de WhatsApp para comunicarnos las incidencias y las alegrías que también constatamos.
“A VECES SENTIMOS QUE LO QUE HACEMOS ES TAN SOLO
UNA GOTA EN EL MAR, PERO EL MAR SERÍA
MUCHO MENOS SI LE FALTARA UNA GOTA” (Teresa de Calcuta)
Conchita Ámez
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