El funeral de ayer en Vitoria estuvo presidido por Juan Carlos Pinedo, ex misionero en Ecuador y gran conocedor de la zona más afectada y de las gentes que la habitan. En su homilía, Juan Carlos se dirigió a ellos «cuantas veces -dijo- hemos caminado por los caminos que ahora vemos arrasados por el terremoto. De cuántas personas queridas vamos recibiendo información y todas son víctimas del terremoto, de una manera o de otra. Queremos llorar con Vds., queremos estar allí, queremos que nos sientan carne de su carne. Estamos lejos, pero nos sentimos muy cerca. La oración y esta celebración realizan ese milagro: nos hacen sentirnos entre Vds. y gritar a los cuatro vientos que las casas que se han caído se volverán a levantar, porque tenemos edificada la casa de nuestra vida sobre la firme roca de la solidaridad, de la organización, de la fe. Nos duele cada persona muerta, cada una de las heridas, cada casa destruida, cada camino quebrado, pero nos hemos reunido con esperanza: pondremos cada uno de nuestra parte, Vds. y nosotros, para que florezca una nueva vida, para que un nuevo mundo sea posible, edificado sobre las bases firmes que hoy nos reúnen en este funeral». Pinedo concluyó su homilía dando voz a la esperanza «volverá a lucir el sol, nacerá de nuevo la esperanza y nunca nos dejaremos sepultar por la tristeza. Las lecturas de este día nos empujan a creer en un Dios que todo lo hace nuevo a través del mandamiento del amor. Todos los aquí presentes nos unimos a ese sueño de una Manabí nuevamente en pie, escuchando el grito del Apocalipsis: todo lo hago nuevo».
Por otro lado, Xabier Villaverde, misionero vitoriano perteneciente al Grupo Misionero Vasco en Ecuador, que ahora vive en Quito y trabaja en una entidad eclesial “Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio” (FEPP), remitió un texto que también fue leído en la celebración de ayer, en Vitoria -su hermano, Mikel Villaverde, fue también misionero del GMV, precisamente en Manabí, en Pedernales, y falleció en un accidente de montaña en Pirineos-. Además, entre los testimonios que pudieron oírse en la celebración se encuentra el de Vilma Véliz, de la Comunidad de Piquigua. San Isidro, Manabí. Reproducimos ambos:
(Xabier Villaverde):
“Paso a contaros algo del terremoto y de la reacción de la gente. Los lugares más afectados han sido precisamente aquellos donde el Grupo Misionero Vasco (GMV) estuvo presente por más de 50 años en Manabí: Bahía, Canoa, Briceño, San Isidro, Jama, Pedernales. Cojimíes y los recintos. También han sufrido las ciudades de Portoviejo y Manta. En Esmeraldas las poblaciones de Muisne y Chamanga.
Inmediatamente se puso en marcha una enorme cadena de solidaridad, las personas e instituciones establecieron cadenas de solidaridad para el envío de alimentos, ropa, agua, etc. Jóvenes voluntarios/as se desplazaron para ayudar en cualquier tarea. Aunque al inicio la solidaridad fue espontánea y un tanto desorganizada, ahora instituciones, entre ellas juega un papel importante la Iglesia, están coordinando la ayuda y se está actuando de forma adecuada.
El Gobierno puso en marcha todos sus recursos y hay que decir que lo está haciendo bien, aunque la tarea es tan grande que no puede abarcar todo y hasta ahora está centrándose en las ciudades, porque la tragedia es tan grande que no se alcanza.
Con las ayudas que van llegando hemos podido enviar ya dos camiones con alimentos y vituallas de primera necesidad. Equipos nuestros desplazados de otras provincias están ayudando a la gente junto a nuestros equipos locales, nosotros nos acercamos especialmente a atender a las comunidades del campo, que hasta ahora no recibe ayudas. “
(Vilma Véliz):
Queremos compartir lo que estamos viviendo desde que ocurrió el terremoto hace seis días y que ha afectado principalmente a la Provincia de Manabí, y en especial a sus Cantones de Pedernales, Jama, Sucre, San Vicente, Portoviejo Manta, y algunas de las sus parroquias como Cojimíes, Canoa, San Isidro.
Estos tiempos se han hecho eternos, porque la tierra se sigue moviendo. Nos hemos quedado en la calle, sin casas. Estamos amenazados por las epidemias.
Nos fortalece la fe en Dios Padre misericordioso. Y esta fe nos dice que vamos a salir. Este tiempo nos sirve para unirnos más y para estrechar nuestros afectos, nuestros abrazos y nuestras amistades.
En medio de esta preocupación tan grande que estamos viviendo, nos alientan las campañas de ayuda que están llegando hasta nosotros y hasta la gente más necesitada. Estamos agradecidos a tantas instituciones, a tantos amigos, al Gobierno, a las empresas particulares y a la ayuda internacional de los amigos de todo el mundo.
Esto nos hace pensar que la solidaridad está vigente en el mundo. Y nos anima a continuar. Vamos a continuar con más intensidad nuestra misión de anunciar con fuerza a Palabra de Dios.
La suma de tanta solidaridad nos da fuerza a nuestras vidas. Agradezco a Dios en primer lugar y a todos los que se han solidarizado con nosotros. Esta solidaridad que recibimos nos recuerda las situaciones graves que han vivido otros hermanos nuestros en otros lugares y que nos ha tocado solidarizarnos con ellos.
Las vidas que se han perdido son demasiado grandes. Las pérdidas materiales no nos importan, porque tenemos la vida. Damos gracias a Dios en nuestras oraciones por haberse repetido en nosotros el milagro de la vida. Agradecemos a todos los que están orando por nosotros y que Dios los bendiga a todos ellos. Entre nosotros comentamos que hemos nacido de nuevo. Y esto es una oportunidad para seguir compartiendo este precioso don de la vida.
Y queremos decirles a todos que esta oportunidad que tenemos nuevamente la vamos a vivir con intensidad sirviendo a los demás.
Deja una respuesta