Las Hermanas Misioneras Combonianas, trabajan a ambos lados del muro que divide Israel y Palestina. En Cisjordania, su compromiso se centra en nutrir la esperanza a través de la educación y el desarrollo en las comunidades beduinas del desierto de Judea. La hermana Cecilia Sierra, misionera comboniana, nos cuenta cómo están viviendo estos momentos de guerra, desde Cisjordania, tan lejana y a la vez tan cercana a Gaza. Otra realidad de víctimas en silencio.
-Todos los niños de la guardería regresaron a sus casas-. Nos dice alarmada una de las maestras. Está tan alterada que solo después de un poco entendemos que un grupo de colonos israelíes entró en el campamento beduino causando miedo y confusión. Esta situación no es un caso aislado, sino parte de un patrón de hostilidad y conflicto en Cisjordania, donde se han establecido las comunidades beduinas expulsadas del Negev en 1948. El desarrollo de asentamientos y el muro divisorio han exacerbado su situación, dejándolos con limitaciones severas en cuanto a construcción y movimiento.
La comunidad de Betania vive a la sombra del Muro de Separación que marca la vida de los habitantes del barrio y divide a la comunidad y al pueblo. A fin de estar más disponibles para el servicio a comunidades beduinas, desde hace unos 14 años, dos hermanas crearon una extensión de la comunidad en el pueblo de Al Azareya, a unos pasos de la tumba de Lázaro.
Las Hermanas Combonianas ofrecemos apoyo a ambos lados del conflicto a través de proyectos educativos y de desarrollo. Para contrarrestar el clima de hostilidad y vulnerabilidad que enfrentan los beduinos, organizamos encuentros de capacitación para las maestras de guarderías en aldeas beduinas. Las cinco guarderías establecidas en el desierto de Judea se han convertido en un refugio invaluable para los niños, proporcionándoles un espacio seguro donde aprender, jugar y liberar la tensión generada por el conflicto. Con materiales reciclados, las maestras buscan innovar en sus métodos de enseñanza.
Además, llevamos a cabo proyectos de emprendimiento en bordados y cursos de inglés para mujeres y jóvenes de varias aldeas. Bordando bufandas, tarjetas, llaveros, separadores y cuadros, las mujeres despliegan creatividad y desarrollan su sentido estético. «Eso lo hice yo», dicen orgullosas. Cada una de sus creaciones refuerza su sentido de identidad y autoestima. Estos proyectos no solo generan ingresos para las familias, sino que también preservan las tradiciones beduinas y fortalecen la cohesión comunitaria.
A pesar del contexto desafiante, la resiliencia de la comunidad beduina es inspiradora. Su capacidad para recuperarse y adaptarse se refleja en el progreso de los niños en las guarderías, en el aprendizaje de las maestras beduinas y en la participación de las mujeres en los proyectos de emprendimiento. Se refleja además en las chicas beduinas que recorren unos 20 kilómetros a diario, en climas adversos, caminando por el desierto para ir a la escuela media o la universidad. Es impresionante ver su resistencia, logros y deseos de vivir.
Así mismo, desde hace 14 años, las Combonianas organizamos campamentos de verano en aldeas beduinas. Coordinaremos las actividades formativas y lúdicas para niños de 3 a 13 años. junto a las maestras beduinas y voluntarias españolas. Dada la interrupción de las clases en las escuelas públicas, los 9 campamentos de verano de este año son cruciales para apoyarlos y ayudarles a lidiar con el miedo y los traumas causados por el conflicto. Además, muchos niños nunca han tenido la oportunidad de asistir a un campamento de verano, por lo que esta será una experiencia memorable. Los campamentos de verano representan una plataforma invaluable desde donde puede forjarse una cultura de paz en las futuras generaciones.
Son tiempos difíciles. Estamos tan cerca y tan lejos de Gaza. Su dolor se siente, nos duele. Y los efectos de la guerra son reales. Pese al clima desolador, las comunidades beduinas de Tierra Santa siguen esperando, confiando y anhelando una vida plena.
Hna. Cecilia Sierra. Misionera Comboniana Para conocer más
De nuestra revista Los Ríos 278
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