Este fin de semana, hemos tenido la última sesión del curso Aldatuz en Markina. La casa Mendizain nos ha acogido en este encuentro de fin de semana con las personas que hicieron la formación durante los años de la pandemia para terminar la parte del Actuar y revisar nuestro compromiso misionero.
Además, dos de los participantes, van a tener de la experiencia misionera de verano en Manabí, (Ecuador). Después de dos años sin poder tener experiencias cortas de misiones, hemos reabierto la posibilidad de realizarla como parte final del curso Aldatuz.
En el fin de semana hemos estado revisando, además de las actitudes y expectativas ante la experiencia, también las recomendaciones de cara al viaje y la realidad que se van a encontrar en Ecuador. A los participantes que no realizan la experiencia de verano en un país de misión, también se les invita a sumarse en distintas espacios de compromiso misionero y solidario aquí.
Con este encuentro marcamos el final del curso Aldatuz y comenzamos las matrículas para el proximo curso, abierto a todas las personas (mayores de edad) que tengan una inquietud misionera o que quieran desarrollar su dimensión solidaria. Si estás interesado o interesada, puedes contactar con nosotros a traves del correo electrónico: misiovit@misioak.org
Reproducimos, a continuación, la evaluación que realizó una de las participantes, Raquel Montejo, que se publicó en la revista «Los Rios» número 270:
Este curso 2020-21, que comenzaba con tantas incertidumbres y desánimos por la situación de la pandemia, he tenido la suerte de participar en la formación “Aldatuz” organizada por Misiones, de la Diócesis de Vitoria-Gasteiz. En primer lugar, quiero agradecer a Esti, a Elena y a Fran su esfuerzo e ilusión para llevar adelante este curso en un año que, en principio, se presentaba tan complicado.
“La perla es espléndida y preciosa. Nace del dolor. Nace cuando la ostra es herida. Cuando un cuerpo extraño -una impureza, un granito de arena- penetra en su interior y la inhabita, la concha comienza a producir una sustancia (la madreperla) con la cual lo recubre para proteger el propio cuerpo indefenso. Al final habrá formado una hermosa perla, brillante y preciosa. Si no es herida, la ostra no podrá producir perlas, porque la perla es una herida cicatrizada.”
Este es el comienzo del libro de Paolo Scquizzato, “Elogio de la vida imperfecta. El camino de la fragilidad”. Esta mezcla, que es la perla, de tesoro brillante y de sustrato de herida y dolor del que nace, creo que puede acercarse a la experiencia vivida en los meses de formación.
Dolores y heridas que, más o menos directamente, nos encontramos viviendo en tiempo de pandemia aquí en nuestro entorno más cercano; y, sobre todo, los de las personas que viven otras realidades en los países empobrecidos, y que hemos podido conocer y analizar en el grupo de formación. Cada sábado, hemos intentado acercarnos a ellas desde la metodología del “ver-juzgar-actuar”, a través de distintos materiales y dinámicas que Esti, Elena y Fran nos han ido proponiendo, y, especialmente, gracias al entusiasmo de las personas que han venido a contarnos sus vivencias en distintas misiones y países.
Perlas brillantes y tesoros preciosos ha habido muchos: la riqueza humana, cultural y natural de los países del sur que hemos podido palpar durante este tiempo, el trabajo compartido cada sábado en el grupo con las compañeras y los compañeros, ¡con puntos de vista tan distintos de cada uno de nosotros!, los testimonios en primera persona de los misioneros/as tan directos, cálidos e ilusionantes que nos contagiaban las ganas de vivir de ese otro modo más justo y fraterno, los pequeños momentos de oración con la guitarra de Fran, los cafés compartidos en el descanso de media mañana, y la comida compartida de final de curso en Ozaeta…
En definitiva, todo lo que estos meses de una manera u otra nos ha ido tocando el corazón, y con lo que hemos aprendido a ampliar la mirada, y a escuchar las realidades de otras personas que viven en países castigados por un sistema económico global despiadado en el que estamos inmersos.
Recuerdo que en la evaluación final que hicimos en Ozaeta les dije a los/as compañeros/as que durante este curso estaba deseando que llegara el sábado de “Aldatuz”… Pues eso, para mí la formación ha sido una de esas experiencias de oasis que, en medio de los “desiertos”, te salvan un poco, un trocito de “misión” compartida aquí, que nos acerca a vivir o al menos a intuir la “misión” de allá. GRACIAS por esta experiencia, y ÁNIMO a quien sienta la inquietud de participar en una nueva edición de la formación. Sin duda, ¡MERECE LA PENA!
Raquel Montejo
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