Francisco Pinilla es un joven presbítero de la diócesis de Bilbao. Con motivo de la campaña de Misiones Diocesanas nos comparte esta reflexión.
El año pasado, la Santa Sede escribió al presidente de la Conferencia Episcopal para agradecernos a todos nuestra cooperación con los misioneros y misioneras en el 2020, que prácticamente no había bajado respecto a otros años, cuando debido al Covid sí se había notado menos aportación en la gran mayoría de países.
Parece una tontería, pero precisamente con las dificultades que el Covid ha supuesto para nuestras vidas y nuestra sociedad (y las que se han agravado pero ya existían), mucha gente también pasa necesidad a nuestro alrededor, o incluso nosotros mismos. Entonces, ¿por qué mandar dinero a la otra punta del mundo, si también hace falta aquí?
Pues precisamente porque en cuanto uno habla con un misionero (como tuve ocasión yo hace poco de conversar con la hermana Mari Luz, misionera en Santa Rosa en Perú), si a nosotros la pandemia nos ha impactado, mucho más en aquellos lugares donde hasta lo más básico para poder vivir era todo un reto. Imaginemos la cantidad de casos de contagios que hemos pedido prevenir sólo con el uso de medidas higiénicas (jabón, desinfectantes…), gel hidro-alcohólico, mascarillas… E imaginemos cómo nos hubiera ido sin absolutamente nada de ello. Pues tristemente así andan en muchos lugares del mundo.
Pero también antes de la pandemia ya existían otras muchas “pandemias”, de las que el Papa Francisco no deja de recordarnos: la gran pandemia de la pobreza, el hambre, la falta de trabajo, de recursos, de agua potable… y así otras muchas necesidades.
Y ante todo ello… los misioneros, que no sólo “dan un pez al que tiene hambre”, sino que intentan “enseñar a pescar”, hacer toda una “piscifactoría” si hace falta, y además hablarles de Aquel que multiplicó “los panes y los peces”, y que quiere que seamos “pescadores de hombres”.
Porque (parafraseando a la hermana Mari Luz) los misioneros son unos enamorados de Dios, enamorados de Jesús. Y por eso no pueden por menos de llevar a Jesús allá por donde van, y actuar como el mismo Jesús actuaría allá por donde van.
Pepe Rodriguez, de MasterChef, en el pregón del DOMUND 2021 decía: “Queridos misioneros y misioneras: os necesitamos. Necesitamos vuestro ejemplo y necesitamos saber que sois nuestras manos allá lejos, donde nosotros no llegamos, pero queremos llegar”. Y también, “en nuestras manos y en nuestra colaboración está el que esto se detenga o crezca”.
Por supuesto que hace falta seguir ayudando a los misioneros: nuestro pequeño granito de arena desde acá, sigue siendo una gran montaña para los de allá.
Deja una respuesta