Iñaki Sáenz es un seglar alavés que lleva dos meses colaborando como misionero en el vicariato de Aguarico, Ecuador. Comparte con nosotros sus primeras impresiones de esta experiencia misionera de medio plazo (6 meses) en la Amazonía ecuatoriana.
Se puede decir que me costó decidirme para venir a Ecuador. Mi mujer no estaba convencida y tuvimos que negociar. Además, con todo el tema de la pandemia, tuve que esperar a tener la pauta completa de vacunación para tener más tranquilidad. Al final creo que esta experiencia será positiva para los dos.
Nada más llegar a Ecuador, la acogida, por parte de los capuchinos fue excelente, en especial la del Mons. Adalberto Jiménez, obispo del vicariato de Aguarico, que se ha mostrado muy cercano y atento conmigo.
También me sorprendió la buena organización que he encontrado en el vicariato. A los pocos días de llegar, se realizó una Asamblea de una semana de duración en la que se realizó la evaluación del curso anterior y la programación del siguiente.
Entre otras cosas, la Asamblea también me sirvió para tener algunos ejemplos prácticos de trabajo. Me ha impresionado la dedicación al completo de todos los agentes pastorales, no solo para llevar la pastoral diocesana, sino también en la rutina de la casa y en el día a día.
Algunas veces tengo cierta añoranza de la familia y de mi tierra. Desde Vitoria me dicen que disfrute mucho y que aproveche, porque se pasa todo muy rápido. Y aunque me encuentro con situaciones difíciles, tengo que admitir que la experiencia está siendo positiva. Estoy aprendiendo mucho, que es lo que pretendía y también aportando un poquito desde lo que soy.
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