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La fosa entre el occidente rico y el Sur pobre se está haciendo cada vez más grande.

9 diciembre 2020 by Misiones Diocesanas Vascas - Bilbao Dejar un comentario

COVID-19 Y OTRAS PANDEMIAS EN ÁFRICA HOY

Jesús Ruiz Molina, misionero comboniano, obispo auxiliar de la diócesis de Bangassou (Rep. Centroafricana), presidente de la comisión de migrantes y refugiados de la Conferencia Episcopal Centroafricana, impartió una charla organizada por la Fundación Cultural Profesor Cantera, en Miranda- Burgos. Ofrecemos un extracto de la misma en la que el misionero presenta la situación de pandemia  desde la mirada de África, desde los que  no cuentan para este occidente rico que abre cada vez más la brecha de la desigualdad.

¿Cómo ha influido el Covid en África?
Mientras aquí en Europa se habla continuamente del coronavirus, en África se habla de comida, de guerrilla, de invasión, de la sequía y el cambio climático, se habla de Sida, de tuberculosis, de ejércitos invasores.
En África hay unos 1.200 millones de habitantes y los muertos por Covid han sido, más o menos, los mismos que en España. En donde vivo, Rep. Centroafricana con 5 millones de habitantes se han reportado unos 4.850 casos con 62 muertos. Es cierto que allá no hay estadísticas como aquí, pero en verdad la influencia ha sido muy pequeña. Si la Covid hubiera golpeado África habría sido apocalíptico. Imposible confinarse. Allá no hay frigoríficos para guardar comida, agua para lavarse las manos, no hay ahorros, no hay comida para el día siguiente, se vive día a día. Además la cultura es de contacto, comiendo todos del mismo plato. La sanidad no tiene medios. Los chinos regalaron mascarillas y un poco de gel, para hacerse la foto y llevarse luego los diamantes.

¿Por qué la Covid no ha golpeado tan fuerte en África hasta el momento?
No soy especialista, pero creo que hay factores que han influido como es el hecho de que en África han sobrevivido los fuertes, hay mucha mortalidad infantil, una media de vida de 49-50 años. Otro factor, el 60 % de la población africana tiene menos de 25 años. Ha habido otras pandemias y probablemente la gente tenga anticuerpos. Epidemias como la de la meningitis o el sarampión que este año ha matado a millares de niños, se habla de unos 33.000 casos en el país en el que vivo y sigue aumentando. Está el paludismo, que se lleva a la tumba a más de medio millón de personas cada año, muchos de ellos niños. Yo me pregunto la razón por la que no se busca una vacuna para el paludismo. Para la Covid en menos de un año ya hay tres. No se quiere invertir dinero la vacuna del paludismo porque los que padecen esta enfermedad son los de los países pobres, sobre todo africanos. Para los pobres, no hay presupuestos. En la vacuna de la Covid hay muchos intereses económicos. Otra epidemia conocida es la de Ébola, que provocó la muerte de 245.000 personas en África. Y por fin, una última pandemia es el Sida donde el 70% de los casos mundiales están en África, unos 26 millones de personas. Como el Sida afectó al norte del planeta, sí se buscaron medicamentos.

¿Por qué África se ha convertido en el continente de las pandemias?
“Al perro flaco, todo son pulgas”. La peor pandemia que puede existir es la pobreza, el hambre y la miseria. El descarte, que dice el Papa Francisco. Esta pobreza y miseria es la consecuencia de un mundo injusto, dominado por la avaricia internacional. El país en el que vivo está lleno de minerales, oro, diamantes, uranio, madera, petróleo, agua. Y, sin embargo, la gente se muere de hambre. Y esto es porque hay muchos intereses y uno de los intereses es provocar las guerras, pagando a guerrilleros para que el conflicto se mantenga. Llevamos así en el país donde vivo 8 años con 14 grupos armados. De 5 millones, 1.300.000 personas están desplazadas porque les han quemado sus casas, han arrasado sus pueblos. Es una guerra económica financiada desde fuera. Es la lucha entre Rusia y Francia por la hegemonía en el país. La guerra siempre es mala. Malditas todas las guerras. Es el virus que más destruye. El 80% de mi país está en manos de la guerrilla. Y como gran efecto colateral de toda esta situación está el hambre.

Consecuencias colaterales de la pandemia
Seiscientos noventa millones de personas pasan hambre en el mundo. Llegó el coronavirus y se ha incrementado en 130 millones. Casi 900 millones de personas en el mundo pasan hambre. En el país donde yo vivo, la mitad de la población necesita una ayuda humanitaria para sobrevivir. Y para tirar para adelante un 25% más. El hambre es el gran virus de la humanidad.

Otro efecto de esta situación actual ha sido el derrumbamiento del sistema escolar. Allí las escuelas están cerradas desde hace ocho años por culpa de la guerra. Toda una generación, que igual no tendrán otro remedio que coger un fusil el día de mañana. No hay una alternativa para la juventud. ¡Tantas veces los obispos se lo hemos gritado al presidente! ¡Invierta en educación, invierta en educación! Pero donde se invierte es en armamentos y la consecuencia es la de una generación perdida. Es ahí donde la Iglesia estamos haciendo el mayor esfuerzo, abriendo escuelas.
La fosa entre el occidente rico y el Sur pobre se está haciendo cada vez más grande. ¿Cómo África puede competir? Sin formación, sin industria, sin medios. Cada vez el abismo es más grande. Nos quejamos de que nos están invadiendo. ¡Cómo nos van a invadir! Viendo lo bien que vivimos unos pocos y ellos, lógicamente, quieren vivir también.
Encima las ayudas que se hacían a estos países, a consecuencia de la pandemia se están recortando mucho. Por otro lado el precio de lo poco que se saca en mi país con la extracción de minerales, ha reducido su valor.

¿Y entonces?
Lo que dijo el Papa Francisco: Estamos en el mismo barco. O nos salvamos todos, o todos nos vamos a pique. Aunque no sea más que por egoísmo, sería bueno buscar que no haya tantas desigualdades e injusticias. La “normalidad” a la que queremos llegar no es que los cuatro que vivimos bien sigamos haciéndolo y que dos tercios de la humanidad sufran, sino que haya fraternidad universal y amistad social para que todos estemos mejor, aquí nos podamos abrazar y abrazar a los que sufren para aliviar su situación.

El problema es que la mascarilla la llevamos en los ojos, no queremos ver, no queremos ver a los 17.000 que llegan en pateras, a los que se mueren en el Mediterráneo. Estamos mirando si hay vida en Marte o agua en la Luna y a 6 horas de avión no hay comida ni agua para que seres humanos vivan adecuadamente.

¿Qué podemos hacer para salir de este sistema de desigualdad?
Cuatro propuestas.
1.- Salir de este sistema neocolonial en el cual vivimos. Se está exprimiendo África como a un limón. Además de las colonias europeas de siempre, ahora está Rusia y sobre todo China. Si invirtiéramos allí, no tendrían que venir aquí
2.- Invertir seriamente en el desarrollo de estos pueblos y condonar esa deuda externa injusta que perdura y que hace que los niños africanos que nacen llevan consigo una deuda imposible de pagar
3.- Salir de nuestro repliegue nacionalista excluyente que construye muros en vez de puentes. El nacionalismo es bueno si no es excluyente. El extranjero, el otro no puede ser nunca mi enemigo, si no mi hermano. Para nosotros, los cristianos, el otro es el rostro de Jesús, es el que me salva
4.- Como cristianos se nos invita a salir de nosotros mismos para crear esa fraternidad universal, un mundo distinto. Otro mundo es posible donde podamos vivir en el amor al ser todos los seres humanos fruto del amor de Dios.

Archivado en:noticia

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