Dentro de este especial que estamos haciendo sobre nuestros misioneros ante el covid19, hoy nos escribe el sacerdote de Bilbao, Paulino Ordax, desde su parroquia de La Venus en Quevedo, Los Ríos, Ecuador.
Hola amigos y amigas, os voy a dar mi impresión de todo esto. En primer lugar, que a través de las redes, la gente se va haciendo cada vez más consciente de la gran transcendencia que tiene esta pandemia. Hasta hace poco tiempo se veía cómo Italia estaba atravesando una enorme crisis, especialmente sanitaria. Posteriormente llegó a España, y aquí se pensaba que como los chinos estaban empezando a controlar la situación también podrían hacerlo los españoles. Creo que nadie pensaba que llegaría aquí
Hace unas 4 semanas nos enteramos de que en Guayaquil se encontraban los primeros infectados, pero posiblemente antes de que empezara a sonar la alarma general ya había bastantes personas con el COVID19. Lo que sucede es que, aquí, es muy difícil fiarse de la prensa que es fiel a los intereses de sus dueños.
El día 19 de marzo, la alcaldesa de Guayaquil, comunicaba en un video que estaba contagiada de coronavirus, justamente el día siguiente de que impidiera el aterrizaje del avión de Iberia que procedía de Madrid. Ahí fue cuando la gente empezó ya a alarmarse aunque ella comunicó la noticia con serenidad.
Lo cierto es que en este momento Guayaquil es una ciudad en una situación de alto riesgo. A través de los videos que circulan en las redes, parece ser cierto, que los cadáveres de los difuntos están amontonados en salas, envueltos simplemente en plásticos negros. Pero también se pueden ver escenas de cadáveres abandonados en la calle porque nadie quiere hacerse cargo de ellos. Los familiares imploran que los saquen de las casa y oficialmente nadie responde.
Respecto a la situación de los hospitales aquí circulan dos versiones. La extraoficial, que posiblemente tenga algo de exagerado, que manifiesta que en los hospitales hay un colapso total. Son pocos médicos, mal pagados y algunos de ellos enfermos o ya difuntos. Lo cierto es que muchas personas necesitan ir al hospital y no pueden atenderles.
Sin embargo la versión oficial, sin mucha credibilidad, intenta trasmitir ánimo. Hoy mismo se escuchaba en la radio, al viceministro de Gobernanza y Salud dando datos de los esfuerzos que estaban haciendo el ministerio para contratar nuevos profesionales de la Salud. Escuchándole daba la sensación de que ya empezaba a estar todo controlado. Me encantaría que fuera verdad.
Pero la cruda realidad es que desde que entró el nuevo gobierno de Lenin Moreno, siguiendo fielmente las indicaciones de Fondo Monetario Internacional, está siguiendo unas políticas neoliberales, diametralmente opuestas a las que él mismo ofreció en las elecciones generales que llevaron a su partido al poder. Pues desde entonces, todo su empeño, es empequeñecer el Estado. Está queriendo privatizar las empresas más rentables, las empresas que son fuente de ingresos para el Estado. También ha despedido a miles de funcionarios del Estado y entre ellos a cientos de profesionales de la salud, dejando los hospitales públicos en una pésima situación para afrontar esta pandemia.
A todo esto hemos de añadir que la percepción que tienen la mayoría de los ecuatorianos, según las encuestas, de ser un gobierno sin liderazgo y con una pésima imagen de su presidente. Con todo este panorama político es difícil confiar en el buen hacer de sus líderes.
En Guayaquil, el Gobierno Municipal, de momento es incapaz de controlar la situación de los difuntos por ejemplo. Filas de personas que podrían pagarse su enterramiento esperan hasta días para que les den un féretro y espacio en el cementerio. No pueden controlar la especulación. Un féretro que habitualmente cuesta 300 lo duplican. Y ¿porque no se incineran para despejar el olor que hay por algunas de las calles, especialmente las más humildes, de Guayaquil? Le preguntaban al dueño de una funeraria que tenía 40 cadáveres en su funeraria. Respondía “No tienen dinero para pagar un féretro de 300 dólares, mucho menos 1300 que cuesta incinerar”
En Ciudad de Quevedo en la que vivo yo parece que el alcalde está reaccionando con tiempo. El mismo decía el jueves pasado que la situación estaba mal, reconocía que había oficialmente 40 personas afectadas del coronavirus, pero que él pensaba que eran bastantes más. Decretó el cierre de los mercados centrales, los supermercados, tiendas y desplazó a los pequeños minoristas por los barrios para descongestionar el Centro. Sin embargo, a pesar de que el ejército y la policía están vigilando, las calles siguen con demasiada gente.
Por otra parte si antes había casos de marginación y de extrema pobreza, ahora son muchas las familias, que vivían al día, y que por esta situación se han quedado sin trabajo. Una angustia más, añadida a la del evitar ser víctima del coronavirus.
Un comentario más, es relativamente fácil decir ¡Quédate en casa! cuando vivimos con ciertas comodidades, con el alimento más o menos asegurado, con nuestra comunicación por internet o por teléfono. Pero los que viven en una casita pequeña, con una media de tres niños por familia, conviviendo con algún abuelo, sin trabajo, sin comida ¿se van a quedar en casa? Quiera Dios que las cosas cambien porque aquí, el panorama, no es del todo esperanzador.
Me preguntabais también ¿qué estamos haciendo? Pues como el clero de la Diócesis es joven están haciendo todo lo posible para retransmitir a través de Facebook las celebraciones de esta Semana Santa para sus respectivas parroquias. Y lo hacen bien. Hay que recordar que aquí llevamos casi dos semanas sin poder celebrar misas, ni ningún tipo de celebraciones.
Nosotros en la Pastoral Social Caritas de nuestra Diócesis, hemos decidido hacer una experiencia, que pensábamos podría tener éxito, pero a estas alturas no las tengo todas conmigo. Era realizar una campaña de recogida de donaciones en víveres o en metálico. Hemos involucrado a la gente de Caritas de Quevedo para que, con el menos riesgo para ellos, pueda recogerse y distribuirse los alimentos. Hay una concejal, muy unida a nosotros, que va a utilizar medios del Municipio, como un camión. Además de nuestra gente de Caritas, que ciertamente son entusiastas, hay personas apoyando y animando. Pero aún no sé cómo terminará esta campaña. Si fuera bien tendríamos una estructura suficientemente buena como para que dure un tiempo. Y nos vendría bien un apoyo desde el País Vasco.
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