En medio del conflicto y la violencia, en un rincón de Bolivia, la iglesia se convierte en “hospital de campaña”. Las misioneras y misioneros viven y acompañan estos duros momentos también.
En torno a las reflexiones sobre la situación social en Latinoamérica de Xabier Villaverde, presentamos un testimonio, el de Alfonso López Villamor, misionero en El Alto, Bolivia.
La comunidad Adsis vive en Senkata, distrito 8 de la ciudad de El Alto, Bolivia, hace 16 años. Yo soy párroco de Santa Clara de Asís desde hace 11 años.
En una esquina del amplio territorio parroquial está la planta de gas YPFB donde el 19 de noviembre murieron 10 personas en enfrentamiento con el ejército, clímax de tensión y dolor compartidos con nuestros vecinos.
Desde el 20 de octubre, y sobre todo desde la renuncia de Evo Morales el 10 de noviembre, éstos habían sido nuestros principales sentimientos: miedo por el clima de pánico colectivo con saqueos de casas e instituciones; impotencia ante el vandalismo e irracionalidad; desprotección frente a brotes racistas; admiración por la valentía de gente en defensa de la democracia, etc. Tiempo de mayor necesidad informativa, hospitalidad hacia vecinos sin casa ni comida, presencia discreta y, a veces, pública. Tiempo de reflexión, oración y discernimiento.
Una huella especial deja en mí la presencia en la parroquia vecina, San Francisco de Asís, convertida el día 20 de noviembre en depósito de cadáveres de seis personas fallecidas el día anterior; médicos forenses realizaron las autopsias, acompañados por la defensora del pueblo, y alrededor miles de personas reclamaban justicia. Después de varias horas de esperas y diálogos, tres sacerdotes realizamos una celebración a cielo abierto, en medio de la calle y sobre el puente, donde unas cinco mil personas despedían a sus familiares y vecinos. “Detengan la opresión y la violencia, practiquen el derecho y la justicia; pongan fin a sus abusos con mi pueblo”. Fue un momento de enorme emoción, solidaridad e identificación con el pueblo, prolongado en diálogos posteriores con familiares de los fallecidos.
“La iglesia, hospital de campaña”. Estas palabras del papa Francisco las viví allí encarnadas, sin metáforas, con toda su crudeza y misericordia. Que Dios nos inspire para recorrer caminos de paz y justicia.
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