En el marco del Mes Misionero Extraordinario (MME) y el Sínodo de la Amazonía, que está celebrándose en Roma, nuestras Diócesis siguen acogiendo diversas actividades como la que tuvo lugar el pasado jueves, 10 de octubre, en Bilbao y que llenó la sala Gárate de la Universidad de Deusto. Más de 100 personas asistieron a la proyección del documental “La vida por la Amazonía”, un vídeo que recoge el proceso de inculturación en las comunidades indígenas y en el “paraíso verde”, (como llamaban a esta selva de la Amazonía ecuatoriana) de Monseñor Alejandro Labaka e Inés Arango. Y cómo ese proceso les llevó a dar su vida por defender los derechos de esas comunidades.
En ese marco se inició la mesa redonda en la que las personas participantes aportaron desde tres diferentes prismas el tema planteado para la mesa: “La fragilidad de la tierra y de los cuerpos”.
Lily Calderón, abogada que trabaja en vicariato de Yurimaguas, Perú, ofreció datos concretos sobre la situación de la Amazonía hoy: recursos naturales, riqueza de culturas, lenguas, paisajes, pero también añadió otros que describen el expolio de esos recursos para el enriquecimiento de unos pocos en perjuicio del medio ambiente.
Miguel Ángel Cabodevilla, capuchino compañero de Alejandro Labaka, e investigador de las culturas indígenas de la Amazonía habló sobre la inmensa riqueza y desarrollo que alcanzó la civilización amazónica que colapsó a partir del siglo XVI. Repuntó, pero a comienzos del siglo XX resultó casi eliminada con el saqueo del caucho, el contagio de enfermedades y continúa actualmente con la colonización devastadora de tierras, la ocupación selvática del capital: la agroindustria de la palma, de la soja, la minería, el petróleo. Piensa que las culturas amazónicas son una pequeña parte, una minoría que no tiene voz. Es algo sobre lo que debemos reflexionar.
Patxi Álvarez de los Mozos por su parte señaló que las dos problemáticas más graves que a su juicio afrontamos hoy como humanidad son: la pobreza y la desigualdad y la insostenibilidad de nuestro modo de producir, consumir y vivir, es decir lo medioambiental. Y aportó algunas pistas de cómo podemos ir dando pasos que más que HACER deben ir en la dirección del SER; un cambio en la propia concepción de lo que somos, para darnos una nueva oportunidad. Invitó a los asistentes a NACER DE NUEVO “Nuestra forma de vivir -dijo- tiene fecha de caducidad”
Las preguntas que salieron entre el público ayudaron a completar la reflexión con la ayuda de Isabel Matilla la moderadora de la mesa.
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