Ayer lunes, 20 de mayo en el Aula San Pablo Aretoa de Vitoria, se inauguró la exposición «Alejandro e Inés – Puente entre Culturas» que hasta el viernes 31 de mayo permanerá abierta en horario de 18 a 20 horas. Esta exposición se enmarca dentro de las actividades del Mes Misionero Extraordinario que el Papa Francisco ha propuesto, al cumplirse 100 años de la publicación de la encíclica Maximum Illud.
Las Delegaciones de Misiones de Bilbao, San Sebastián y Vitoria, llevamos varios meses coordinando con la comunidad Capuchina, el acercar estas dos grandes mártires de la lucha por la defensa de los pueblos amazónicos. Más aún este año que se está realizando el Sínodo de la Amazonía.
Para la inauguración de la exposición contamos con el testimonio de Lily Calderón, abogada de la REPAM (Red Eclesial Panamazonica) que nos acercó de forma breve pero muy directa las grandes amenazas de los pueblos amazónicos en estos momentos y nuestro grado de implicación, debido a nuestro estilo de vida, en que esta situación de injusticia se mantenga y se agrave en el futuro.
Además contamos con el testimonio de Joseba Bakaikoa, religioso capuchino que nos acercó la implicación de Alejandro e Inés con el mundo indígenas en aquellos años en los que todavía había muchas cosas por hacer y como fueron en su tiempo, promotores de la defensa de la vida de los pueblos amazónicos, como apostaron por vivir como ellos, llevando la inculturación y su respeto al máximo nivel y como acabaron dando su vida por ellos (Alejandro, un día antes de su muerte, dijo a su comunidad: «Si no vamos nosotros, les matan a ellos»).
Alejandro Labaka, natural de Beizama, quiso ser misionero capuchino desde muy joven. Se ordenó en 1947 y con 27 años, lo destinaron a la misión de Pingliang en China. En 1953 lo destinaron a Ecuador, donde pasó los primeros diez años en la sierra y la costa. En 1965 llegó a la misión de Aguarico, en la selva amazónica. Allí comenzó su primer contacto con los pueblos olvidados. El pueblo Huaorani marcó sus últimos años.
Inés Arango, nació en Medellín (Colombia) en el año 1937 en el seno de una familia creyente y de profunda religiosidad. Inés siempre soñó ser misionera y por eso se educó como religiosa de las Hermanas Terciarias Capuchinas y aunque ejerció como profesora durante algunos años, ella quería ser misionera.
El 21 de julio de 1987 los cuerpos del obispo Alejandro Labaka y de la Hermana Inés Arango fueron encontrados lanceados en la selva.
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