Durante tres semanas, el sacerdote y misionero alavés, Juan Ramón Echebarria, ha estado en Kayenzi, Rwanda acompañando el proyecto de refuerzo de la educación infantil en la zona rural. Este proyecto se lleva adelante gracias a las religiosas Hermanas Misioneras de Jesús, María y José, y cuenta con el apoyo de Kuartango Solidario y Manos Unidas.
Durante dos años, el hermanamiento Kuartango-Kayenzi se ha concretado económicamente en el apoyo de este centro preescolar. En él se atiende a 80 niñas y niños, con actividades de formación previas a la educación primaria. Además se les da un pequeño almuerzo antes de que vuelvan a sus casas.
Según el informe final del proyecto, realizado por Manos Unidas, el proyecto ha supuesto un aprendizaje importante por parte del socio local (las hermanas de Jesús María y José) para justificar el 100% de los gastos con facturas, ceñirse al presupuesto elaborado y superar las dificultades que van surgiendo durante la ejecución del mismo.
El auténtico reto ahora es de la autofinanciación. Para hacer frente al pago del profesorado, el mantenimiento del centro y la compra de alimentos para los niños y niñas se han necesitado 10.000 Euros al año. Si no se consigue financiación exterior, se verían obligados a subir las cuotas mensuales que pagan los padres (de los 5 euros al mes que pagan ahora a los 60 que se pagan en los centros preescolares de la zona), excluyendo, así, a gran parte de las familias beneficiarias (muchas de las cuales no pagan ni los 5 euros al mes actuales).
Desde Kuartango Solidario también quieren seguir profundizando en el hermanamiento entre niños y niñas de Kuartango, Ribera Alta y Urkabustaiz con Kayenzi. Se podrían usar los medios informáticos que ya utilizaron estos mismos niños y niñas alaveses con otros de Manabí, tras el terremoto de 2016.
Las tres partes, religiosas de Rwanda, Kuartango Solidario y Manos Unidas, valoran como muy positiva la experiencia y el resultado del proyecto. Ahora se tendrá que valorar como continuar con el buen trabajo que se ha iniciado, caminando poco a poco hacia la autogestión, pero sin dejar de mantener un contacto cercano entre comunidades cristianas que se conocen y se sienten hermanas.
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