Juan Mari Bautista, presbítero de la diócesis de Bilbao, lleva muchos años como misionero en Ecuador. En su primera etapa, a partir de 1995 compartió la vida y la tarea, primero en Vinces y más tarde en el pueblo de Mocache, ambos en la diócesis de Babahoyo-Los Ríos. Después de vivir otra etapa de casi 10 años en Bilbao, en la parroquia San Francisco Javier, volvió a Ecuador en 2014, esta vez a la parroquia Monte Sinaí, donde continúa. La parroquia pertenece a la diócesis de Guayas; está en un suburbio de la ciudad de Guayaquil, una zona muy pobre, donde viven personas venidas de otras provincias ecuatorianas, sobre todo de Manabí, en busca de trabajo en la ciudad.
De la mano de Juan Mari, vamos a conocer la realidad de esta zona de Ecuador a través de la tarea y apuestas pastorales del curso 2016-17 (a modo de memoria) de esta parroquia de la costa ecuatoriana:
Como primer objetivo para el curso 2016-2017 el consejo parroquial se planteó la creación de un grupo de Pastoral Social ya que no había un grupo organizado comunitariamente para esta tarea.
1.- AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA
Tres grupos de la Parroquia participaron en la actividad diocesana “Discernimiento de las obras de misericordia”. Se trataba de hallar la respuesta concreta a lo que Jesús nos pide en la práctica de la misericordia de modo comunitario siguiendo el método de la revisión de vida. Es decir, consistía en llegar al compromiso concreto de poner en marcha alguna obra de la misericordia de modo grupal o comunitario, respondiendo a problemas urgentes y característicos de la zona.
Tras nueve meses de reuniones mensuales, los participantes concluyeron que dos problemas graves a los que ellos estaban dispuestos y con ánimos de responder eran las personas enfermas-ancianas y los presos. Como resultado del proceso han surgido dos grupos: Un grupo de acompañamiento a personas enfermas y mayores y un grupo de acompañamiento a los reclusos del centro provincial penitenciario.
Grupo de acompañamiento a personas enfermas y ancianas:
Lo componen 5 miembros y el cura. Su dedicación fundamental es la visita a las personas enfermas, ancianas, solas o en situación de riego. Las visitas son semanales con una duración de dos horas. A partir de estas visitas surgen las diversas actividades de cara a su atención. Desde la ayuda en la compra de cualquier remedio hasta el cuidado religioso. Muy solicitado.
Una vez al mes el grupo se reúne para la preparación de la actividad a desarrollar el mes siguiente y para la formación.
También este grupo asume, como compromiso, la atención a los fallecimientos, la cercanía a las familias afectadas y la presencia de la comunidad católica en los velorios, organizando momentos de oración. Son muy pocos los funerales celebrados en la parroquia y es conveniente la presencia de la comunidad en dichos momentos como servicio, cercanía y solidaridad hacia las personas y familias.
Grupo de apoyo a personas privadas de libertad:
Lo componen dos personas y el cura. El grupo acude a la Penitenciaría Provincial la mañana de los lunes, únicamente de varones. Visitan a los reclusos del pabellón dedicado a los enfermos (principalmente, personas afectadas por enfermedades hepáticas, VIH y tuberculosis) y a las personas pertenecientes a la parroquia ubicadas en el mismo o distinto pabellón.
Son varias las actividades realizadas: Desde la atención religiosa (catequesis, formación bíblica, eucaristía) hasta la jurídica (charlas informativas, atención abogadil gratuita) pasando por la ayuda familiar (contactos, llamadas telefónicas…).
Es urgente aumentar el número de miembros del grupo y coordinar con la pastoral penitenciaria de la arquidiócesis.
2.- TERREMOTO EN MANABÍ Y ESMERALDAS
A las 6:59 pm del 16 abril, un terrible terremoto se cobró la vida de 700 ecuatorianos, dejando más de 6.000 heridos, destruyó viviendas y edificios incontables. La desgracia convulsionó al país entero y tocó las conciencias de los ecuatorianos y ecuatorianas. El movimiento terrícola devastador fue contrarrestado por el movimiento de solidaridad, fraternidad y caridad del pueblo y de las instituciones del país.
También nuestra comunidad se vio afectada de forma directa: Cuatro familias tuvieron la irreparable pérdida de seres queridos (una de ellas perdió hasta 9 miembros) y algunas más sufrieron el destrozo de sus casas con el detrimento de sus enseres.
La comunidad parroquial reunida en asamblea dedicó un tiempo especial para afrontar, debatir y asumir qué y cómo hacer en estos momentos como respuesta fraterna. Las acciones elegidas fueron:
– Donación del 50% del dinero colectado en las eucaristías dominicales de dos meses.
– Recogida de alimentos no perecederos y de utensilios domésticos.
– Formación de un grupo de personas dispuestas a desplazarse a los lugares afectados como “mano de obra”. Se denominaría “Grupo de emergencias”
– Limosnas.
– Apoyo las iniciativas diocesanas.
Los destinatarios de estas acciones serían las familias y personas castigadas por el temblor sísmico que tenían alguna relación directa con miembros de la parroquia.
Esta decisión obedeció al deseo de que la ayuda fuera directa y concreta. Tuviese rostros, lugares, situaciones determinadas.
Lo más difícil fue crear el grupo que ofreciera su “mano de obra” como elemento principal de ayuda.
“Grupo de emergencias”
La aportación humana de ayuda solidaria se concretó en un grupo de 7 personas. Su actividad se centró en ser mano de obra que ayudase a reparar los daños materiales, sobre todo en vivienda y agricultura. Dos personas de este grupo humano junto al sacerdote se dedicarían a la asistencia “anímica y espiritual”: Funerales, atención a heridos, rezos y bendiciones, conversaciones personales, charlas comunitarias…
La experiencia resultó tan positiva que el grupo permanece como tal en la vida comunitaria. Se hace presente en los diversas adversidades y siniestros que, con cierta frecuencia, sorprenden desgraciadamente la población: Incendios, deslaves, inundaciones, caídas de luz…
Todavía no está especificado el conjunto de servicios que ha de desarrollar pero son mano de obra ante cualquier eventualidad de esta índole.
3.- MISIONES EN AGOSTO
Animados y apoyados por el Equipo Misionero Itinerante de la diócesis de Riobamba, , en el mes de agosto, realizamos la Misión en dos sectores con capilla y actividad litúrgica principalmente.
Las visitas a las familias fue la constatación de dos problemas que generan una gran inseguridad y desazón: La generalización del consumo de la droga con sus consabidas consecuencias en la zona y la legalización de las tierras.
Grupo de apoyo a familias
La droga: Muchos adolescentes, en la edad escolar, son presa fácil de vendedores despiadados. La falta de centros formativos y la ínfima oferta de trabajo para los jóvenes agudizan el problema. El consumo se convierte en una compensación desesperada que lleva a las víctimas a convertirse en expendedores para lograr la dosis de su propia necesidad. A la destrucción personal y a la repercusión nociva en las familias de los adictos se une la inseguridad permanente en el ambiente por la profusión de robos y asaltos en casas, establecimientos, capillas.
Ante la gravedad de lo experimentado, el grito unánime de los participantes en la misión fue “algo hay que hacer”.
Tras varias reuniones con sus consabidos debates, y teniendo en cuenta las posibilidades de los participantes, la conclusión a la que se llegó fue la creación de un grupo de apoyo a los familiares de personas adictas a sustancias nocivas. Sobre todo, a los diversos géneros sicotrópicos y al alcohol.
El grupo lo componen 8 personas: Seis, con algún familiar afectado y dos personas voluntarias más. Este equipo es coordinado y dirigido por el departamento arquidiocesano recientemente creado con esta finalidad. Se reúne quincenalmente. Un día dedicado al apoyo sicológico e instructivo. Otro, al seguimiento de nuevos casos y al análisis y acogida de nuevas personas en el grupo.
Grupo pro-legalización de tierras
La Tierra: La totalidad de los asentamientos habitacionales de Monte Sinaí son fruto de invasiones de inmigrantes llegados de otras provincias que compraron los solares ocupados a traficantes de tierras. Nadie en la zona tiene escritura de la parcela ni de la vivienda en la que habita simplemente un derecho de posesión sin valor jurídico que les otorgó el falso vendedor. La población está en riesgo permanente de ser desalojada. A esta situación de total indefensión une la ignorancia de los planes urbanísticos por el silencio de las autoridades gubernamentales (municipio y estado).
La reflexión sobre este asunto, “el más importante” para muchos, concluyó que las necesidades urgentes eran la posesión de información y la organización para el afrontamiento comunitario ante posibles desalojos. Se creó un grupo que diera cauce a estos deseos comunitarios.
El grupo se ha formado con 6 personas, 4 pertenecientes al consejo parroquial y 2 más de organizaciones barriales. Se reúne mensualmente y su finalidad es recabar la máxima información, convocar asambleas informativas y asistir a todas las reuniones vecinales que las diversas coordinadoras organizan.
4.- FIESTAS PATRONALES
El curso pastoral pivota sobre cuatro fiestas patronales que implican a todos los grupos parroquiales y a la comunidad católica en general: 24 de mayo, “Madre María Auxiliadora”, patrona de la parroquia; 6 de agosto, “La transfiguración del Señor”, dedicación de la parroquia; 3 de noviembre, San Martín de Porres, patrono de la parroquia; Excursión fin de cursos, último domingo de enero.
Son fiestas de reafirmación de la fe, de convivencia familiar de la comunidad y de desarrollo del sentido de la fiesta, característica primordial de los pobres.
5.- SEMANA BÍBLICA Y SEMANA DE FAMILIA
La comunidad ha entendido la necesidad de la formación bíblica y el cuidado de la familia como medios fundamentales de afianzamiento, maduración e impulso de la fe.
Semana Bíblica: Se celebra en la primera semana de septiembre y siguiendo la propuesta de la Conferencia Episcopal. Se ofertan los materiales de la Semana Bíblica Nacional de donde se obtiene el contenido y la metodología de trabajo. La respuesta todavía es débil: Una respuesta de quince personas. Habrá que insistir y mejorar la convocatoria, la forma y el tiempo de realización.
Semana de la familia: Se celebra en la primera semana de octubre y se siguen las mismas pautas mencionadas anteriormente. Esta vez, el material es de origen y destino arquidiocesano, parecido en forma y desarrollo al de la Semana Bíblica Nacional. Se siguen las mismas pautas. Los resultados son parecidos. Se imponen la mayor información de su realización, el convencimiento de la importancia en la participación y la perseverancia en el empeño.
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