“Munduari begira”, es la sección que habitualmente publica el presbítero y misionero Josetxu Canibe en cada número de la revista Los Rios. En esta ocasión, misioak.org es la destinataria de sus reflexiones a través de varios de sus escritos que, a continuación, reproducimos:
Caminar sin meta y sin brújula
El acto más multitudinario, que protagonizó el Papa Francisco en su reciente, oportuno y valiente viaje a Egipto, fue la misa. En la homilía les dijo: “La fe verdadera es aquella que nos hace más caritativos, más misericordiosos, más honestas honestos y más humanos (…). A Dios le gusta solo la fe profesada con la vida”.
El último acto del Papa en Egipto fue un encuentro con el clero, monjas, religiosos y seminaristas.
Francisco les agradeció su trabajo en condiciones muy difíciles y les pidió no tengan miedo porque “veneramos la santa Cruz, instrumento y signo de salvación”.
Les dijo que son una “levadura”, un testimonio imprescindible, junto a “los hermanos ortodoxos”, una fuerza positiva en la sociedad, constructores de puentes y de dialogo. Sin embargo, muy en su estilo, el Papa enumeró también siete tendencias que puede tener el clero y fueron ya mencionados por los primeros monjes en el desierto. Es obvio que esa parte tenía como destinataria a toda la Iglesia universal. Les rogó que no caigan en la tentación de lamentarse continuamente, de cotillear y alimentar envidias, de compararse continuamente con los otros (porque eso alimenta el rencor), de no practicar el “faraonismo” (creerse superiores), de no ser individualistas y de evitar “el caminar sin brújula y sin meta”
Crece la afluencia de peregrinos a santuarios marianos
Para muchos una noticia refrescante, positiva. La recogía el diario barcelonés LA VANGUARDIA hace unas semanas. Este dato plantea una serie de preguntas importantes sobre la religiosidad popular y la actitud misionera.
Cientos de miles de personas irán al santuario portugués en estos meses con motivo de la visita del Papa y del centenario de las apariciones, pero más allá de esta circunstancia concreta destaca un dato: crece la afluencia de peregrinos y visitantes a los santuarios marianos. Este hecho merece atención tanto de la religiosidad como de la sociología en una época en que, en Europa, se registra un descenso de la práctica religiosa, sumada a una tendencia a la “protestanización” de algunos sectores católicos, una de cuyas manifestaciones, no la única, es la de haber orillado a la Virgen.
Además de Fátima, unos cuantos santuarios marianos del mundo cuentan por millones o cientos de miles las personas que acuden cada año: Guadalupe, (México) Lourdes (Francia), Medjugorgie (Bosnia Herzegovina), Luján (Argentina), Aparecida (Brasil), Czestochova (Polonia), Loreto (Italia), Caridad del Cobre (Cuba), Coromoto (Venezuela), Inmaculada Concepción (Estados Unidos), Santa Maria (Australia), Knock (Irlanda), Mariazell(Austria) , La Paz (Costa de Marfil), En España, el Pilar, el Rocío, la Macarena, Covadonga, Torreciudad, la Almudena, los Desamparados, la Candelaria. A Montserrat van más de 2,5 millones de personas al año, y Meritxel, en Andorra, atrae a mucha gente.
Tal incremento deriva en parte del crecimiento global del turismo, también del religioso. Fuentes del sector cifran el volumen de este turismo en 400 millones de viajeros al año en todo el planeta, con una vertiente económica notable. Pero atribuir las visitas a santuarios solo en función de aspectos históricos, artísticos, lúdicos, paisajísticos o costumbristas, pero sin especial interés espiritual demostraría desconocer la realidad. Un porcentaje sustancial de las visitas enlaza con la religiosidad popular, el fervor hacia una determinada advocación a la Virgen. Ahí están miles de romerías y fiestas patronales que, ciertamente, en muchos casos mezclan ingredientes religiosos con folklóricos y de festividades locales, pero la fe se inserta también en la cultura popular. (…) Es constatable que muchas personas poco practicantes defienden con uñas y dientes a su patrona.
Además de los anteriores, un núcleo muy importante acude movido únicamente por una profunda fe religiosa. (…) en Lourdes solo un pequeño porcentaje de peregrinos se cura de sus dolencias corporales, pero muchos tienen consuelo espiritual; en pequeñas ermitas aisladas algunas personas se transforman por dentro y descubren la paz y el significado de lo sagrado (…).
La casa común
Leonardo Boff en un comentario a la encíclica o Carta del Papa Francisco, dedicada a la ecología ambiental e integral, enumera las acciones que deben abordar los dirigentes mundiales. Expone sus ideas apoyándose en el apartado Actuar, ya que, al escribir la Carta, ha seguido el método Ver, Juzgar y Actuar.
El tercer paso metodológico es el actuar. En esta parte, la encíclica se atiene a los grandes temas de la política internacional, nacional y local (cf 164-181). Subraya la interdependencia de lo social y de lo educacional con lo ecológico y constata las lamentables dificultades que trae consigo el predominio de la tecnocracia, que dificulta los cambios que ponen freno a la voracidad de acumulación y de consumo y pueden inaugurar lo nuevo (cf 182-198). Vuelve a insistir en el diálogo entre la ciencia y la religión, como lo viene sugiriendo el gran biólogo Edgard O. Wilson. Todas las religiones deben “entrar en un diálogo entre ellas orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres” (201).
Siempre en el aspecto del actuar, la encíclica desafía a la educación en el sentido de crear una “ciudadanía ecológica” (211) y un nuevo estilo de vida fundado en el cuidado, la compasión, la sobriedad compartida, la alianza entre la humanidad y el ambiente, pues ambos están íntimamente ligados, así como la corresponsabilidad por todo lo que existe y vive por nuestro destino común (cf 203- 208).
Por último, el momento de celebrar: La celebración se realiza en un contexto de “conversión ecológica” (…).
Esta moviliza a las personas a vivir el equilibrio ecológico: “el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios” (210). Ahí se manifiesta toda la verdad de que “lo menos es más” (222) y de que podemos ser felices con poco.
En el sentido de la celebración “el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza” (12). (…)
La situación actual no significa una tragedia anunciada sino un desafío para que cuidemos de la casa común y unos de los otros.
El texto posee levedad, poesía y alegría en el Espíritu, como también indestructible esperanza en que, si grande es la amenaza, mayor aún es la oportunidad de solución de nuestros problemas ecológicos.
La encíclica concluye poéticamente con las palabras “Más allá del sol”, diciendo, “caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza” (244) (…)
Clamor por los emigrantes y por los refugiados
En la ciudad fronteriza de Tijuana crece el drama de más de 15.000 migrantes y solicitantes de refugio en Estados Unidos, provenientes de México, Haití, Turquía, Pakistán, Siria, Togo, Eritrea y Congo, mientras que crece el número de niños y adolescentes centroamericanos que llegan a la frontera en busca de asilo- más de 26.000 en los últimos seis meses-, al igual que las cifras de los cubanos varados en Centroamérica y de venezolanos que deambulan por varios países en pos de oportunidades.
Estos alarmantes índices de flujo migratorio en la región vinculados también al grave flagelo de la trata de personas- que impacta fuertemente a República Dominicana, Colombia, México y Brasil-, ha motivado la creación del Consejo Latinoamericano de Movilidad Humana y Refugio (CLAMOR) una iniciativa del Departamento de Justicia y Solidaridad CELAM (DEJUSOL) que busca responder , precisamente, a los clamores de migrantes, refugiados y víctimas de la trata mediante acciones articuladas entre entidades eclesiales latinoamericanas comprometidas con la movilidad humana».
La izquierda en apuros
Creo que es un buen análisis de lo que le sucede a la izquierda europea. Muy breve, pero dice algo nuevo y de interés. Se trata del editorial de El País del 14 de mayo pasado. Señala las circunstancias que han provocado la crisis y apunta la tarea y los retos que le esperan.
Que la socialdemocracia está en crisis es un lugar común. Por toda Europa, los partidos socialistas sufren severas derrotas en las urnas y pugnan por recuperar la confianza de la ciudadanía. Donde antes tenían garantizado el apoyo de amplias capas de la sociedad, parecen haber perdido tanto el favor de las clases trabajadoras, que a veces incluso optan por los partidos de la derecha populista, como de las clases medias y los jóvenes, que dispersan su voto hacia otras formaciones de centro o izquierda o se refugian, huérfanos, en la abstención. Si antes esas coaliciones de clases trabajadoras y medias les proporcionaban mayorías electorales suficientemente sólidas para poder acceder y retornar al poder regularmente, ahora se encuentran convertidos en fuerzas minoritarias con escasas probabilidades de volver al Gobierno por si mismos.
Paradójicamente, muchos de sus problemas electorales y de identidad provienen de su propio éxito: la mayoría de los objetivos históricos de los socialistas no solo se han logrado con creces sino llevado a las Constituciones de las democracias más avanzadas. En gran medida gracias a su contribución, Europa se ha convertido en el lugar del mundo con más garantías de derechos sociales y mejoras de estándares y calidad de vida. Desde la sanidad universal a las pensiones pasando por la extensión de la educación obligatoria y los seguros de desempleo, su legado es tan visible como, a pesar de la crisis, estable y duradero.
Otros problemas, por el contrario, provienen de retos como la globalización financiera o la revolución digital, cuyas soluciones son complejas y están lejos de las fronteras de la política nacional. Ante ellos, los socialdemócratas han parecido débiles o sin respuesta, quedando expuestos en su desorientación ante los electorados.
Josetxu Canibe
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