Calceta 21/04/2016
Extracto de la carta de Isabel Matilla, que estuvo más de cinco años como misionera seglar en Manabí y que actualmente reside en Calceta, en la misma provincia de Manabí:
“A los cinco días de la tragedia, me he desplazado a otro pueblo, La Estancilla, donde sí han restablecido ya las comunicaciones, para escribir estas líneas que sirvan para dar cuenta de la tragedia vivida.
Este es un país de gente resistente, pero muy vulnerable. Se vive al día con lo poco que se genera en ese mismo día. Sólo un pequeño porcentaje de la población tiene sueldo que oscila entre los $366 (Salario básico) y los $3.000 del funcionariado con responsabilidad. Un porcentaje amplísimo de la población vive del trabajo informal, de hecho en Manabí sólo el 5% de la población en edad de trabajar está afiliada al IESS (Seguridad social). Todo esto, ha quedado suspendido en este tiempo. Económicamente no es el peor momento, pienso, creo que el futuro será peor. Ahora se vive de los pequeños ahorros, de lo ganado la semana pasada,… la escasez vendrá más tarde (…)
(…) Va a ser necesaria mucha imaginación y también mucho apoyo exterior. Bastante para inversión pública: carreteras, hospitales, escuelas, edificios municipales,… también para lo privado: viviendas, pequeños negocios… otros religiosos: iglesias, aulas de catequesis,… Pero muchos otros quedarán silenciados, por ejemplo: me han llamado varios alumnos y alumnas, la situación familiar es tan desastrosa que están pensando dejar este semestre de estudiar, porque aunque la universidad es pública y no hay coste de matrícula, el vivir en Calceta (para la gente de San Isidro, Jama, Bahía, San Vicente y Pedernales), supone un coste de alojamiento, comida y viajes que antes con esfuerzo lo podían lograr. Ahora se antoja difícil cuando no imposible.
La emergencia inmediata, se está cubriendo, pero siempre con el caos que suponen estos desastres. Una cosa importante es que sólo ha afectado a unas provincias, no a todo el país. Por eso han llegado de otras provincias funcionarios públicos de la empresa de electricidad, de caminos,… eso sin contar con los camiones de ayuda humanitaria. Aún así seguimos sin electricidad en este sector donde vivo, porque se han arrancado varios postes y los tienen que cambiar. (…)
Como os digo, me voy a emplear a fondo con el tema del alumnado, para conseguirles becas al mayor número de gente posible. Según mis cálculos, son necesarios unos 1.200 dólares por semestre y alumno/a (en el último semestre, 2.309 alumnos/as tenía la ESPAM, pero más del 25% pueden ser los afectados: 600 aproximadamente). Si alguien quiere colaborar, que me diga, así sea para becar a 10, lo intentaré. Claro que lo solicitaré a alguna institución.
Además, también os digo que se han destruido las iglesias de Jama y Pedernales; las de San Isidro y Bahía, también la de Calceta, tienen fallos estructurales muy serios, pero esto es a más largo plazo y ya habrá tiempo de reconstruirlas, al igual que los murales y vitrales del gran artista y misionero Peli Romarategi. Como os digo, seguro que para la alimentación habrá ayudas, más difícil para la educación.
Sobre lo personal, ha sido una experiencia de lo que en antropología se conoce como “liminal”, aunque rápida e intensa, de esas que te marcan. La sensación más fuerte que tengo es de renacida. La suerte, el destino o Dios (esta es la apelación más común, incluso en un país jurídicamente laico como este), han jugado a mi favor. No así para mucha gente conocida.
Bueno, hoy sólo quería “reportarme” como dicen aquí y agradecer a todos y todas las que han llamado o se han interesado. Seguimos en emergencia porque hay réplicas constantemente y por la noche es difícil dormir con tranquilidad. Hay mucha gente durmiendo en la calle o en los porches de las casas. Las cinco noches han sido un salir corriendo en medio de la madrugada. Pero ninguno tan intenso como el primero.
Gorantziak denoi eta bene-benetan eskerrik asko.
Isabel Matilla
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