«UTZI ZURE LURRA. ABRACEMOS LA CREACIÓN»
Enviados, no «arrojados a nuestra suerte»
Dios pide a Abraham salir de su casa. Él sabe que eso es costoso y que conlleva por lo menos tres actitudes que deberá hacer suyas el enviado: salir, desinstalarse y despojarse. Pero Dios va a estar cerca del enviado. No lo arroja «a su suerte»; sino que incluso le promete un futuro lleno de bendiciones («Haré de ti una gran nación y te bendeciré; voy a engrandecer tu nombre, y tú serás una bendición…» Gn 12, 2).
Así también la acción misionera (tanto individual como comunitaria) es sostenida por el Dios de la misericordia, ese Dios del que dice San Agustín «No manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas, y te ayuda para que puedas».
Misiolaritza lana eta ekimena, Jainko Aita-Amaren eskuetan jarri behar dugu. Bera baita gure bidaltzailea eta Berarengandik espero dezakegu gure ongizatea eta gure esfortzuen sari oparoa.
Cuanto más enraizados… más vida
Una mera observación cotidiana nos permite llegar a esta conclusión: una planta trasplantada a otra tierra, cuantas más raíces conserve, antes se amolda al nuevo suelo y reverdece. El misionero, el enviado, deben amar profundamente su tierra en la que han percibido y recibido la llamada a la misión. Porque sólo desde la positiva valoración de lo propio (propia tierra, propia cultura, propia iglesia…) se puede entender, valorar, amar e inculturar la buena noticia del evangelio liberador. La misión no se realiza en lo difuso; sino que se concreta en unas coordenadas histórico-culturales determinadas.
Las raíces van sintiendo como propia la nueva tierra. El misionero descubre, como Abraham, que hay otro pueblo y otra tierra en la que se puede ser feliz. Lo particular se universaliza, el «tu tierra» pasa a ser «nuestra tierra»
Nola maitatu besteena geureari uko eginez?. Ezinbestekoa da gure sustraiak ezagutu eta maitatzea lur berritan sustraitu aurretik. Geurea eskuzabaltasunez maitatu ezkero besteena ere maita dezakegu. Azken finean, elkartasunezko harreman bat da misioa bera eta.
Y siempre teniendo presente que las personas son el factor decisivo de la tarea misonera: ellas son dueñas de sus tierras portadoras de la dignidad y luchadoras por salir de los sistemas que deshumanizan y oprimen generando pobreza
Abrazo misericordioso
Frente al consabido «iManos arriba, esto es un atraco!», nosotros reivindicamos el «iManos arriba, esto es un abrazo!». Demasiados atracos se han dado en las mil y una formas de expoliar la naturaleza. El mandato de «dominad la tierra» (Gn ) pocas veces se ha entendido desde el significado del dominio del Dios creador – que es portador de vida y no de muerte- y, lamentablemente, se ha traducido en devastación y muerte lenta del ecosistema en todas sus dimensiones.
Abrazamos la tierra, la cuidamos, nos encargamos (cargamos con…) de darle vida y curar sus heridas. Y, parafraseando al evangelista, la madre tierra nos podría decir: «Cada vez que los curasteis, os encargasteis de protegerlos, les disteis vida, sembrasteis en ellos las semillas de la libertad y los regasteis con el agua del desarrollo igualitario a cada uno de mis hijos e hijas, lo estabais haciendo conmigo».
«Lepoan hartu ta segi aurrera!». «Beso artean hartu ta segi aurrera!».Pertsonak jaso beharko ditugu. Lepo gainean batzuetan… besartera beste batzuetan. Kreazioa bera ere ostikopetik atera eta tente jarri beharko dugu. Zoritxarrez hain da hondatua! Lurra eta lurtarrak Jainkoaren kreaturak gara: giza eskubideak zor zaizkigu, duintasunaren jabe gara, planeta urdin hau dugu gu guztion etxe bakarra. Besarka dezagun natura!
¿Cuando dejamos de ser ciegos?
Eso preguntó un maestro hindú a sus discípulos. Uno contestó: «Cuando con las primeras luces distingo perfectamente a lo lejos un roble de una haya». «Pues, no” respondió el maestro. Otro dijo: «Cuando con las primeras luces puedo distinguir a lo lejos en el cielo el vuelo de un águila del vuelo de un halcón». «Pues, no» respondió el maestro. Y añadió: «Cuando al ver a un ser humano y mirarle a los ojos descubres que esa persona es tu hermano o tu hermana… entonces dejas la ceguera y la Iuz inunda tu alma».
Dejamos de ser ciegos cuando toda nuestra persona (cabeza, corazón y manos/pies) descubre al hermano y se empatiza con él haciendo como propias sus alegrías y penas, sus luchas y victorias, sus momentos importantes y significativos…
Beste pertsona gure anai-arreba bezala tratatzen dugunean, orduan irteten dugu iluntasunetik eta argiz betetzen zaigu begibista. Bestearekin bat egitean dago kristautasunaren oinarria. San Paulok dioenez: «Negarretan diharduenekin, negar egin… alai daudenekin, alaitu…». Bestearekiko ardura, neure ardura ere ba da.
Nuestra casa y sus peculiaridades
En la mesa de nuestra casa siempre hay sitio para todos. Aunque tengamos que apretarnos, cada vez que alguien imprevisto Ilega, nos reímos y cantamos aquello de «Un nuevo sitio disponed para un amigo más…». Esa experiencia se vive en la misión con mucha frecuencia. Es la actualización repetida del milagro de la multiplicación de los panes y los peces… cada uno pone lo suyo encima de la mesa…iy siempre hay para que todos coman!
La eucaristía —memorial de Jesucristo Pan vivo y Resucitado- es el símbolo perfecto para describir la utopía del nuevo mundo: el mismo pan partido para todos y compartido (no pan de primera y de segunda…), un mismo sitio alrededor de la mesa en igualdad de condiciones (no hay asientos vip para unos pocos y bancos de madera desvencijada para otros…), una misma fe compartida (catolicismo entendido como ecumenismo, totalidad integradora frente a credos de exclusión…) y un mismo compromiso por la paz y la justicia.
Cómo resuena en nuestro corazón ese canto ecuatoriano que dice «iVamos todos al banquete, a la mesa de la creación… cada cual con su taburete tiene un puesto y una misión!» En este año de la misericordia, el mundo es nuestra casa, la creación nuestra mesa y la misión nuestro compromiso transformador desde actitudes de reconciliación, paz y justicia. Un año de gracia y misión.
Gure etxean beti daukagu leku bat denontzat. Ez dago harrotzik gurean. Kreazioa da gure mundu honetan dugun etxe bakarra, denona, guztiona. Herrien arteko solidaritza da gaur egun maitasunaren izen berria. Ez dago inor soberan. Denok leku baten jabe, denok justiziaren lekuko.
Nadie sobra en nuestra casa… pero tampoco sobra nada. Lo que sobra se recicla, se reparte, se rentabiliza priorizando el ser sobre el tener. El despilfarro arruina. El consumismo compulsivo esclaviza. La misión es desarrollo sostenible. La misión es también «piensa global y actúa local». La misión es ecología, comercio justo, ONGs comprometidas, sensibilización hacia los pobres, STOP desahucios… y todo lo que suponga convertir el «yo, me, mi conmigo» en el «nosotros, nosotras».
iSalgamos de nuestra tierra y abracemos la creaciónl
Durango.29.Diciembre.2015.
Xabier Eskauriatza.
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