El día 16 de noviembre de 1965, cuando estaba terminando el Concilio Vaticano II, algunos obispos (entre los que se encontraba D. Bittor Garaigordobil), animados por Dom Helder Cámara, celebraron una misa en las Catacumbas de Santa Domitila e hicieron el “Pacto de las Catacumbas de la Iglesia sierva y pobre”.
Ellos dicen que, “conscientes de las deficiencias de su vida de pobreza según el evangelio…, motivados los unos por los otros… se comprometen a vivir como vive el pueblo, a renunciar a todo lo que sea ostentación, a los títulos que signifiquen grandeza y poder, a todo lo que parezca concesión de privilegios a los poderosos; a vivir la pobreza personal, a dejar las finanzas de la diócesis en manos de seglares competentes, a entregarse plenamente al servicio de los más pobres y apoyar a los agentes de pastoral que evangelizan a los más pobres y a transformar los servicios caritativos en obras sociales basadas en la caridad y la justicia…”
Terminan el pacto comprometiéndose a compartir su vida en caridad pastoral, a una revisión de vida en grupo, a una actitud profundamente humana de acogida, de ecumenismo y de apertura, y comunicar a sus diócesis esta resolución solicitando su comprensión, colaboración y oraciones. Y finaliza diciendo “Que Dios nos ayude a ser fieles”.
El reto central era anunciar el evangelio a los pobres de América Latina, aplastados por regímenes totalitarios, empobrecidos por un sistema que concentra la riqueza en pocas manos. Todo esto trajo consecuencias en el estilo de vida y en la pastoral de los misioneros. Junto a las tareas habituales de pastoral sacramental, D. Bittor Garaigordobil tuvo como opciones principales el trabajo con los pobres promoviendo las comunidades en los barrios y recintos y el trabajo con los jóvenes, que suponen en Ecuador la mayoría de la población y donde el desempleo y la pobreza se cebaban profundamente.
Como consecuencia de su compromiso de pobreza y renuncia a todo signo de grandeza y poder, vende el palacio episcopal a la Corte de Justicia y con el dinero adquirido construye en los salones de la catedral su nuevo “palacio episcopal” sencillo y práctico, residencia del equipo sacerdotal de Babahoyo y refugio del grupo; apoya económicamente al Movimiento de Acción Social de Babahoyo (MAS) que construye en plan cooperativo 32 viviendas, un centro comunal y otro comercial en un terreno, propiedad de la Prelatura y destinado inicialmente a la construcción de una iglesia; financia la puesta en marcha de la oficina de la Confederación Ecuatoriana de Obreros Católicos (CEDOC) para defender los derechos laborales del peón campesino y concede préstamos sin interés a las cooperativas agrícolas y de ahorro y crédito.
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