Ante las impactantes noticias que nos llegan desde Ecuador, hemos pedido a varios misioneros que nos escriban sobre la actualidad de ese país, hoy nos escribe JuanRa Etxebarria.
Saludos desde San Isidro, Ecuador:
Os adjunto un par de informes sobre la situación de la epidemia en Ecuador: uno, con datos generales del país; y otro, sobre la situación de Guayaquil.
En Ecuador, a día de hoy (5 de abril de 2020), tenemos 3.646 casos confirmados de la epidemia del coronavirus. Lo que más llama la atención, es que el 70 % de estos casos, están en Guayaquil: 2.524.
Esta ciudad, de tres millones de habitantes, sufre todas las situaciones propias de las grandes ciudades latinoamericanas: miseria, pobreza, hacinamiento, abandono. Además, hay grandes carencias en salud. Algunos logros, que se habían adquirido en la época de Correa, están desapareciendo. Por otro lado,hay graves deficiencias de actuación en las autoridades municipales.
Al mismo tiempo, hay que decirlo, Guayaquil es una ciudad bastante caótica. Y las primeras normas de restricción que se dieron de confinamiento y cuarentena, no se cumplieron. Con lo que se desataron los contagios.
Todo esto supuso, además de otras graves consecuencias, que se saturaron los servicios funerarios. En Guayaquil fallecen diariamente (antes de la epidemia del coronavirus) unas veinte personas. Se calcula que había trescientos o cuatrocientos fallecidos en las casas, esperando a las Funerarias. Algunas familias decidieron sacar a sus muertos a la calle. Lógicamente, esa foto ha sido la portada de todos los medios de comunicación del mundo.
En realidad, esa situación es de todos los días: situaciones de miseria, de mala atención en la salud, de abandono de las autoridades, de violencia y muerte. Pero, claro, el mundo no podría soportar abrir sus informativos diarios con estas portadas. A partir de esta situación extrema que se ha dado en Guayaquil, con los muertos dejados en la calle, el gobierno y las autoridades están dando las soluciones.
En el resto del país, la epidemia se encuentra en números, digamos, normales,unos cien o menos infectados en cada provincia. Pero los casos siguen subiendo alarmantemente. Y la triste realidad de Guayaquil, va a afectar poco apoco a todo el país.
El Gobierno, desde hace tres semanas, impuso el toque de queda, que en la actualidad abarca desde las 2 de la tarde a las 5 de la mañana. También hay restricción vehicular: cada vehículo, según el número final de la matrícula, solo puede viajar un día a la semana.
En San Isidro, personalmente estamos bien; por supuesto, cumpliendo estrictamente todas las restricciones. La ciudadanía colabora con las autoridades parroquiales, municipales y militares, para el control de las carreteras, y de las entradas y salidas de San Isidro.
También desde OMPress, han pedido a varios misioneros que relaten cómo se encuentra la pandemia en Ecuador, aquí os ponemos el artículo íntegro
OMPRESS-ECUADOR (6-04-20) Ante la extensión del coronavirus en Ecuador, las Obras Misionales Pontificias se han puesto en contacto con varios misioneros para interesarse por la situación que viven las comunidades en las que trabajan. El salesiano Javier Herrán, desde Guayaquil, cuenta que el avance del coronavirus por la ciudad era en cierto modo previsible, porque “los barrios de invasión y suburbanos han respondido a líderes locales, que no han aportado al acatamiento de la norma ciudadana ni han pensado en la ciudad. También es verdad que generalmente las noticias sobre Guayaquil suelen llevar una carga de negatividad y escándalo”. Es verdad que, “en estos días, han quedado muertos en la casa, uno y hasta tres días. Son los muertos normales y también los de coronavirus. La prensa habla de unos 120 cadáveres. Es más que los entierros ordinarios y las funerarias están desbordadas. Han entrado las Fuerzas Armadas para ayudar y se han simplificado los trámites de defunción”.
Este salesiano burgalés cuenta también que un mendigo “apareció muerto en la calle y ha sido la imagen vendida internacionalmente como desborde total de la pandemia pero no se dijo de qué murió. Lo cierto es que no se tiene conocimiento exacto de lo que en estos días puede pasar en los barrios de invasión. Hasta el momento la sanidad pública está respondiendo a la demanda de servicios, aunque con las clásicas colas de siempre”.
El padre dominico Antonio Cabrejas, vallisoletano, dice que, “a pesar de todo, siento que sigo siendo un privilegiado en muchos aspectos, en comparación con la situación que vive mucha gente pobre de mi parroquia, Santo Domingo de Guzmán, y de todo Guayaquil, una ciudad que tiene más habitantes que todo Castilla y León, con unos tremendos suburbios y más de 200.000 personas que viven al día de ventas ambulantes de todo”. El jesuita José Nevado de la Torre cuenta también desde Guayaquil que, “como el sistema sanitario no es tan bueno como el de España, la situación seguramente empeorará. En Guayaquil, que es la ciudad más afectada, ha habido problemas para el levantamiento y el entierro de algunos cadáveres”.
En cuanto a otros lugares de Ecuador, el sacerdote diocesano Amando López, cuenta desde Viche, en el Vicariato Apostólico de Esmeraldas, que lleva “unas 55 comunidades y de momento, ni en Viche, ni en mis comunidades hay problema de contagios, la gente está tranquila. En las comunidades la gente está en sus casas y trabajando en sus campos. En Viche, como en el resto del país, desde las dos de la tarde hasta las cinco de la mañana estamos en toque de queda; a la calle sólo salimos un ratito para comprar o ir a la farmacia, nada más, el resto del día lo pasamos encerrados en casa. El problema que estamos empezando a padecer es el hambre; no es todavía un problema generalizado, sólo en algunos casos puntuales, pero el miedo y la preocupación que tengo es que como la pandemia no se solucione pronto, esto llegue a ser un problema general. Mi gente, como podéis imaginar, es pobre y los poquitos recursos que tenían se les están terminando, y a algunas familias ya se les terminaron. Hay que solucionar lo antes posible este problema de la pandemia, porque si no, en los países pobres tendremos muchísimas muertes, hambre, robos, asaltos… No nos olvidéis”.
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