Hace unos días, dimos un salto a Pamplona, para ver a Lola Rodriguez, religiosa apostólica con la que coincidimos en Luanda hace unos años. Desde que regresó de Angola, estaba en la casa madre de las Apostólicas en Santa Engracia, Madrid y ahora le han mandado a Pamplona donde está la casa de las «hermanas mayores».
Nosotros contentos, porque Pamplona está a tan solo una horita de Vitoria, pero su familia un poco más enfadada, porque Lola es de Granada, de Peligros, para ser más exactos y Pamplona les pilla bastante más lejos que Madrid.
«Un día de estos, Lolita, te venimos a buscar y vamos a verle a Valdi (Javier Valdivielso) que está en Logroño. ¿Que te parece?»- Dicho y hecho, el día 27 hicimos la ruta Vitoria – Pamplona – Logroño. Nos acompañó también Carlos Perez de Onraita.
Llegamos a Logroño a la hora del café. Ahí estaba Valdi esperándonos en su cuarto de la residencia sacerdotal de Logroño. Nos fuimos a tomar un café al bar de la esquina y estuvimos un par de horas recordando y reviviendo las peripecias que tuvimos que hacer en la misión de Angola, como cuando nos íbamos a la playa el día 26 de diciembre a celebrar la navidad (y aquello no parecía navidad ni nada… con ese calor…) o cuando tocamos la campana de la iglesia para dar las campanadas de año nuevo, cuartos incluidos… (y el que tocaba, un servidor, iba tocando al ritmo al que se comía las uvas, uno segundos más largos que otros… nunca antes me había tomado las doce uvas).
Sin duda ninguna uno de los mejores momentos vividos en estas navidades. Porque navidad no es solo regalar cosas, es vivir intensamente momentos marcantes con gente muy querida. Trabajando aquí, en la Procura de Vitoria, es un privilegio poder conocer personalmente a gente que ha dado su vida entera por la misión, por el prójimo más lejano. Quizá ahora están ya mayores, porque han gastado su tiempo en tierras extranjeras y ahora están aquí, viviendo con extrañeza en una tierra que hace ya muchos años que dejo de ser «la suya».
Que no nos falte nunca el tiempo y el empeño para acogerles en sus necesidades y darles a nuestros misioneros y misioneras más mayores, espacios y momentos de encuentro con su otra familia. La familia misionera.
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