De camino al encuentro mundial de obispos combonianos, que tendrá lugar la próxima semana en Madrid, así como de su posterior participación como ponente, en el congreso misionero que se celebrará tras dicho encuentro, también en Madrid, el religioso comboniano y obispo de la diócesis de Bangassou (Centroáfrica), Mons. Juan José Aguirre, ha visitado estos días las Diócesis vascas. El viernes, 13 de septiembre, mantuvo un encuentro con el obispo de Bilbao y obispo delegado de Misiones Diocesanas Vascas, Mons. Mario Iceta, en el que le agradeció la ayuda recibida por parte de las Diócesis vascas. En el encuentro, también participaron, miembros de la fundación Bangassou que apoya proyectos de Mons. Aguirre.
Antes de la reunión con el obispo de Bilbao, del que Mons. Aguirre destaca que siempre le recibe con mucha alegría y “además somos casi paisanos,-dice- porque el pasó una gran parte de su vida en Córdoba y yo vengo de Córdoba también”, el prelado centroafricano concedió una entrevista a la emisora diocesana Radio Popular, de la que entresacamos algunas de sus declaraciones.
“El País Vasco es tan generoso, que ésta es una visita obligada para dar las gracias a tantas personas que nos ayudan, que nos envían materiales que llegan por containers a la República de Centroáfrica y que recibimos allí como oro del cielo. También quiero daros las gracias a los medios de comunicación por dejarme ser la voz de mi pueblo que no podrá venir nunca aquí y yo ahora soy la voz del pueblo de Bangassou -Diócesis grande, como la mitad de Andalucía que está viviendo una guerra civil desde hace 5 años-.
Mi pueblo está siendo pisoteado por un grupo de mercenarios que llega desde el norte, la mayor parte de corte yihaidista, extranjeros pagados por países del norte, de los petrodólares. Este pueblo con el que yo trabajo es el pueblo que quiere decir, “estoy vivo” y tiende la mano para decir: “al menos saber lo que estamos pasando, que somos Iglesia perseguida”.
En 1998 hace 21 años fui elegido obispo, pero yo llegue a Centroáfrica en 1980, hace 40 años y puedo decir que hace 40 años Centroáfrica estaba mejor de cómo está hoy y hoy hemos vivido muchísimas cosas. ¡Si yo pudiera contaros todas las imágenes que llevo en mis pupilas desde hace 40 años son muchísimas! Muchas son alegres y otras mucho más tristes.
Los últimos cinco años son de guerra civil y ahí es donde cosecho muchísimas imágenes tristes donde he podido participar. He visto con mis ojos matanzas y crímenes contra la humanidad y he participado luego en la retirada de cadáveres, he tenido que ir a recoger cadáveres y recoger a cantidad de personas que venían huyendo de ciertos países. En Centroáfrica 500.000 personas viven ahora fuera de sus zonas. Son inmigrantes internos y hay 600.000 que viven fuera de la frontera de Centroáfrica, son inmigrantes externos. Y yo allí en concreto tengo allí en mi casa, en el Obispado, a 2.000 musulmanes que hemos acogido hace 3 años para protegerlos de una muerte segura. Estaban para ser degollados, los hemos protegido. Sobre todo mujeres y niños que son las personas más vulnerables.
La gracia de Dios nos inspiró a salir de la iglesia, nos hizo salir, al enterarnos de que en la mezquita estaban hacinados 2.000 musulmanes. Con otros dos curas, nos pusimos la sotana blanca y nos fuimos a la mezquita que estaba siendo tiroteada por 150 tiradores que estaban en plan duro, haciendo un reguero de sangre. Cuando llegamos allí nos pusimos delante de la mezquita, enfrente de los tiradores y les dijimos parad esta “mezquinería” porque la mayoría son mujeres y niños, la ley de la guerra no os permite tirar contra mujeres y niños. Allí estuvimos tres días tratando de que pararan ese odio homicida que llevaban en el corazón contra la población musulmana. Los tiradores eran en su mayoría católicos y protestantes. La Iglesia católica en ese momento nos pusimos en favor de los musulmanes porque eran los más frágiles y entonces hicimos como el buen samaritano sin preguntar quién estaba en el suelo lo acogimos, lo llevamos a la catedral porque ellos pidieron ir a la catedral cuando lograron salir de la mezquita, de aquel agujero negro donde estaban. Con la gracia de Dios hemos logrado enviar cada día 25.000 litros de agua potable a estos desplazados y ayudarlos con comida y tener toda la logística del campo. En el seminario nuestro ya han desaparecido las camas, los colchones, las mosquiteras, las puertas, las ventanas…, sabíamos a lo que nos exponíamos. Queríamos tener una mirada de misericordia en esos momentos de violencia extrema, agresiva, inhumana.
También ha habido momentos preciosos donde la gente ha sentido que, aunque han matado a su familia, no han querido saber quién les ha matado porque “entonces me estas obligando a odiar a alguien”, decían. Hay personas que ofrecen el perdón espontáneamente, gratuitamente. Hemos visto escenas de estas en multitud de ocasiones, situaciones en donde la Iglesia católica es la última que apaga la luz. En la Iglesia Católica hemos priorizado el perdón y la reconciliación hemos creado multitud de sitios en donde se puede dialogar musulmanes y no musulmanes y crear espacios, donde las mujeres son muchas veces quienes convencen a los hombres y los beligerantes.
Apuesto por el diálogo interreligioso, pero para ello hay que sanar las heridas. Hemos creado sitios para que los jóvenes –que a veces tienen las manos manchadas de sangre- puedan, por ejemplo hacer cursos de carpintería, pasar página, replantearse su futuro donde puedan vivir con dignidad, hemos hecho talleres de costura que están funcionando ahora con mujeres, con chicas jóvenes, muchas de ellas violadas, madres solteras que han tenido a sus bebes, para que puedan hablar entre ellas. Allí en África el instinto de maternidad es tan fuerte que aunque sea fruto de una violación el bebe es “sangre de mi sangre, es viva da mi vida” para ellas no tiene ninguna connotación de que quizá el niño pueda parecerse a la fotocopia de su violador, no. Para ellas eso no tiene ninguna importancia ellas quieren a su bebe. Para ellas tenemos cursos de costura, para que se puedan labrar un futuro, cursos de fabricación de jabón… El otro día, además, estuvimos en Zarautz visitando una fábrica de hacer caramelos y queremos también nosotros tener una fábrica de hacer caramelos allí, dar trabajo sobre todo a huérfanos. Estamos teniendo unos 500 huérfanos, muchos de la guerra y queremos darles la oportunidad de aprender a hacer caramelos. En Zarautz nos enseñaron todas las herramientas y materiales y nos dieron pistas para poder hacer una empresa familiar allí.
Bangassou
La Iglesia de Bangassou es una iglesia tremendamente abierta a la fe. Desde hace tiempo hemos creado el proyecto de las casas de la esperanza, para acoger a personas mayores con demencia senil, muchas veces acusadas de brujería, y hemos creado esos sitios donde ellos puedan estar tranquilos, comer una vez al día, tener una cama, poder estar sin ser insultados. Hemos hecho tremendo esfuerzo de cambiar la mentalidad de aquella iglesia para que acojan a estas personas no como brujos sino como personas enfermas con demencia senil. Estamos logrando de año en año como los grupos parroquias ese están animando cada vez más a venir a ayudar a hacer la comida, las camas, la limpieza… En ese ambiente donde habitual mente se tiene mucho miedo porque creen que la brujería se puede contagiar incluso desde el aire, dicen ellos. Entonces es una iglesia que se está abriendo a los demás. Una Iglesia que hace una opción preferencial con los pobres. Fijaos también como en Centroáfrica hay una cuestión que para nosotros es muy importante, que es la cantidad de gente que recibe la confirmación. El acceso a los sacramentos es masivo y hay todo un proceso de aprendizaje antes de la confirmación de dos años. Y luego, ¿qué? entonces hay cantidad de grupos, igual 50 grupos, donde ellos pueden elegir para vivir su fe (Legión de María, scout, coral, Santa Rita…)
La de Bangassou es una Iglesia perseguida, pero con mucha fe y es una Iglesia donde últimamente hemos tenido sacerdotes muertos, 6, 7…, y cantidad de iglesias destruidas. En Bangassou muchas de las iglesias hay sido destruidas o atacadas, una con un quirófano que ha sido destruido completamente por una horda de ignorantes. Vamos a seguir de nuevo, con la ayuda de Dios y eso se llama la esperanza. Vamos a nacer con la esperanza.
Iglesia perseguida pero con mucha esperanza, con mucha fe. El Papa lo expreso hace unos días en su viaje a Madagascar cuando dijo que la gran riqueza de los pobres es su fe”.
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