…»Sorteando ese imaginario de desesperanza, las gentes de esos mundos otros del sur, ponen en entredicho el presente colectivo y alegan que algo nuevo sí parece estar ocurriendo. No ha sido fácil abrirse paso a través de la desesperación, pero la voluntad de vivir vinculados convertido en un estar-juntos antropológico (M. Maffesoli), produce saberes y estrategias sinfónicas para habitar el presente haciéndolo nuevo.» … Isabel Matilla.
Siguiendo con la colaboración de diferentes personas para reflexionar el lema de la campaña, compartimos en este caso la de Isabel Matilla, teóloga y antropóloga, misionera en Manabí-Ecuador durante varios años.
A continuación la reflexión completa:
“MIRAD, voy a hacer algo nuevo, YA está brotando, ¿no lo notáis?” (Is 43, 19)
A menudo he reflexionado sobre la potencia discursiva de la profecía en las opciones pastorales de las Misiones Diocesanas Vascas en Latinoamérica y África. Indudablemente, es imaginación profética lo que ha guiado a misioneros y misioneras a adentrarse en otras culturas y participar en comunidades alternativas, dinamizándolas. Esa dinamización profética ha trazado rutas de esperanza desde los mundos otros (campesinado, organizaciones de base, …) como lugar privilegiado para la transformación social, aunque la perspectiva de cambios fuera mínima o inexistente.
Sorteando ese imaginario de desesperanza, las gentes de esos mundos otros del sur, ponen en entredicho el presente colectivo y alegan que algo nuevo sí parece estar ocurriendo. No ha sido fácil abrirse paso a través de la desesperación, pero la voluntad de vivir vinculados convertido en un estar-juntos antropológico (M. Maffesoli), produce saberes y estrategias sinfónicas para habitar el presente haciéndolo nuevo. Siguiendo al profeta, serían:
- Ofrecer símbolos que desmientan la falta de esperanza; símbolos propios que están en la memoria de la comunidad (lo visible, lo táctil, lo trágico, lo informal, lo dionisíaco), que se relatan creando un clima subversivo porque constatan que la esperanza es siempre posterior a la experiencia de ”no vida”.
Lo visible y táctil que no están en otra parte, ni más allá, más lejos, más arriba, ni más tarde, sino que se afirman en el presente, en el ahora.
Lo trágico, lo informal y lo dionisíaco, que asume lo incierto de la vida, el goce y el exceso, pero también el asombro de ser imprescindibles para su comunidad.
- Relatar su odisea, con una narración que resume sus penurias pero que huye de las lamentaciones porque se sabe acompañado por un Dios que tiene el coraje de cambiar, de imaginar. Lo que hace que cambien las cosas, es el reconocimiento de ser parte de un tejido del que se es también tejedor/a.
La Teología cristiana tiene un problema con el “Dios de la esperanza” (Rom 15,13), de ahí el desacuerdo ético sobre lo que desde el Sur se entiende por buen vivir y lo que el Norte entiende. Para Latinoamérica y África se acabó el tiempo de perfección y de salvación; la potencia transformadora está en el ahora y no en los sueños. Lo que quieren es habitar el presente, por eso se afanan y trabajan, aunque sus relatos no lleguen a este norte (¿cuándo nos llegará lo que piensan de verdad, esos miles de personas que tiemblan de miedo en las pateras, las mujeres esclavizadas sexualmente y los hombres vendidos en los mercados libios?); y si ni siquiera llegan los lamentos, menos lo hace el esfuerzo por poner praderas en el desierto.
Dice el profeta que trazará una ruta en las soledades, capaces de crear vínculos y hacer testigos a favor de ellos y ellas. ¿Cuántos estamos dispuestos?
M. Isabel Matilla
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